Perder para ganar

Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.2 Co 12.15

El apóstol Pablo nos decía que por causa del evangelio él había enriquecido a muchos, si bien él era pobre. El evangelio se extiende por medio de padecimientos, enriquece a otros, si bien el mensajero sufre pérdidas. Puede parecer injusto. El mensajero está en pleno frente de batalla, recibe ataques de todos lados, él está en medio, interviene en las vidas de otras personas y en el proceso hay un camino de malos entendidos, oposición, celos, partidismos, en el que él pierda.

Dios lo ha querido así.

Ser un mensajero y un activista del Reino es un privilegio que pocos aceptan. Las recompensas son futuras, si bien es cierto que se forjan vínculos más fuertes que incluso los familiares y el corazón se ensancha, dando cabida a multitud de personas rescatadas de la perdición.

Cuando veo esta nueva legión de hacktivistas, activistas, grupos de solidaridad, manifestaciones globales como la de hoy 15 de Octubre, me doy cuenta que detrás de cada revolución se esconde el anhelo del Reino de Dios. Estos jóvenes (y no tan jóvenes) que se manifiestan por ideales de justicia y paz nunca alcanzarán lo que desean, a menos que sean activistas del glorioso Reino de Dios, quien nos traerá paz, justicia, prosperidad, y sobre todo una humanidad que encuentra su razón de ser al estar sometida a la autoridad del único que es digno de gobernarla, Dios.


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