• Perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. – Efesios 4:32.
• De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. – Colosenses 3:13.
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Benjamin Dubé, misionero en África del Sur, animaba a negros y blancos a que se amasen mutuamente, pero su mensaje era mal recibido. Cierta noche, cuando iba con su hijo menor a una reunión en la que debía predicar el Evangelio, diez hombres pararon su automóvil, lo sacaron y lo apuñalaron varias veces.
El niño logró esconderse detrás de un cubo de la basura hasta que los asesinos se fueron, y tras haber constatado que su padre estaba muerto, se fue corriendo a casa para dar la terrible noticia a su madre. Después entró en su habitación, se arrodilló y abrió su Biblia. Las primeras palabras que leyó fueron las que Jesús dijo en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Un poco más tarde los asesinos fueron arrestados y condenados a penas más o menos largas.
Un año después de la muerte de su marido, la señora de Dubé y sus hijos cantaban himnos en una reunión al aire libre y daban testimonio de su fe. De repente, entre la multitud, un joven cabizbajo se adelantó y murmuró: «Quiero empezar una nueva vida con Jesús, mi Salvador». La señora de Dubé reconoció que ese joven había sido uno de los asesinos de su marido. Vaciló un momento, se acercó a él y le tendió la mano mientras le decía: «Ahora eres mi hermano». Le había perdonado.
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