Los investigadores preguntaron recientemente a una muestra representativa de adultos: «Si pudiera hacerle a Dios una sola pregunta y usted sabía que Él le daría la respuesta, ¿qué preguntaría?» La mayoría de la gente respondió: «¿Por qué existe el dolor y el sufrimiento en el mundo?”
Eso no es una pregunta nueva. Esta es la pregunta antigua que el patriarca Job hizo en el libro más antiguo en la Biblia, durante su tragedia estremecedora (1:13-19). Si usted sustituye en este pasaje las palabras «Sabeos» y «Caldeos» con «terroristas», y un tornado o un huracán por el fuerte viento usted tiene los titulares de las noticias de hoy.
Job hizo la misma pregunta, «¿Por qué?» siete veces en el capítulo tres. «¿Por qué no morí al nacer? ¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre? «(V. 11) Repetidamente, él preguntó» ¿Por qué? » La gente todavía pregunta: «¿Por qué Dios permitió que esto suceda?”¿Dónde está Dios?» «¿Por qué Dios no hizo algo?”
Los Epicúreos filósofos Griegos preguntaron si hay un Dios, y si ese Dios es bueno, ¿por qué existe el mal en nuestro mundo? Los epicúreos razonaron: «Dios quiere ya sea quitar el mal, y es incapaz, o Él es capaz y está inconsciente, o Él no es capaz o no esta dispuesto, o Él es capaz y esta dispuesto».
Su razonamiento plantea otras preguntas. ¿Es Él débil y sin fuerzas porque Él quiere eliminar el mal, pero incapaz de hacerlo? Sin embargo, esto no responde al verdadero carácter de Dios.
¿Es Él malo, porque Él es capaz y está dispuesto, pero no lo hará?
Si Él es débil, sin fuerzas y malo, Él no es Dios. Entonces tenemos que preguntarnos, ya que Dios no es la fuente del mal, ¿cuál es su fuente? Ya que Él es Dios y Él conoce la fuente, entonces ¿por qué Él no lo elimina de inmediato?
El profeta Habacuc le preguntó a Dios: «¿Por qué me haces ver iniquidad? ¿Por qué me haces que vea molestia? «(Habacuc 1:3).
El profeta Jeremías, hizo otra pregunta relevante, «¿Por qué es prosperado el camino de los impíos?» (12:1).
La mente Hebrea razono que todo sufrimiento es injusto y que el silencio de Dios es inexcusable. En hebreo, la palabra «por qué» es un grito de protesta.
Lo extraño es que ponemos a prueba a Dios cada vez que hay una tragedia, o una crisis en nuestras vidas. Nosotros venimos ante Él y le exigimos que se explique, y más vale que Él tenga una buena razón que nos satisfaga o no creeremos en Él. Nuestra insistencia en las demandas a Dios en el tiempo de desastre desbordan en la arrogancia e infidelidad espiritual.
El hecho es que el Señor Dios no tiene que explicarse a nadie, simplemente porque Él es un Dios soberano.
En el libro de Job, Dios está en silencio total en 37 capítulos. Él pacientemente escucha a Job y nunca dice una palabra. Luego Él hace una pregunta, «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia»(38:4).
Parafraseando a Dios, «No estarías aquí si yo no hubiera decidido crearte». «¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto»(40:2).
El Señor Dios es soberano, es bueno y Su providencia se extiende sobre todas las cosas incluyendo el bien y el mal. Él demuestra Su soberanía por medio de Su capacidad para traer el bien del mal, y utilizarlo para Su gloria y nuestro bien.
Él es absolutamente bueno y justo, por lo tanto, Él puede redimir lo que es malo y lo utiliza para Sus propósitos eternos.
Puede que yo no sepa la razón del por qué, pero el Señor lo sabe, y eso es suficiente.
Puede que yo no sepa por qué el Señor me lleva por caminos espantosos, pero el Señor lo sabe y por lo tanto confiare y lo obedeceré.
Existe el bien en el mundo, porque Dios es bueno. Nosotros experimentamos de Su bondad, porque Él es el Dios de la gracia.
Selah!
Mensaje por Wil Pounds (c) 2009 traducido por Katia Blandin
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