Pureza Sexual … ¿LUJURIA SEXUAL CON MI ESPOSA?

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

El hombre que lucha por alcanzar la pureza sexual se enfrenta a un oscuro oponente, experto en sutilezas.  Es por esto, que limitarnos a arrancar de nosotros las conductas obviamente lujuriosas no será suficiente para vivir una pureza consistente. No podemos conformarnos con vencer a la pornografía, las masturbación, el adulterio, el acudir a prostíbulos, “strip bars” y otros negocios de sexo.  Tenemos que mirar en lo profundo de nuestro corazón y buscar allí, dónde la lujuria sexual pretende reinar en nuestro diario vivir.

Para el hombre casado, una de las áreas donde la lujuria sexual ha querido plantar bandera y confundir más es en el compartir sexual conyugal.  Muchos hombres han abrazado el mito de que “todo es válido” en el lecho conyugal a la hora de tener intimidad sexual.  Esta manera de pensar nos puede meter en serios problemas, porque ignora que la lujuria sexual sólo necesitará la más pequeña grieta para poder entrar con su neblina embriagante y causar una ceguera espiritual en nuestra vista.

Por lo anterior, es imperativo contestar que sí, que es posible que la lujuria sexual contamine la pureza de mi matrimonio y convierta a mi esposa en un objeto lujurioso.  Sí es posible lujuriar sexualmente con mi esposa y por muchísimos años, esa fue la droga de mi preferencia, aún en mi camino de restauración dentro d ela iglesia.  Pero, ¿cómo es esto posible?  La contestación es que la lujuria puede transportarse de un ambiente totalmente torcido a uno que no lo es.

Para el hombre que luchó con la pornografía por años –como es mi experiencia personal–  los intensos recuerdos de estas imágenes y películas no se disiparán de la noche a la mañana, pudiendo permanecer en nuestra memoria por años, incluso décadas.  El resultado es que seremos impactados por estos recuerdos en nuestro camino de restauración si no abrimos los ojos y mantenemos la guardia en alto.

Si reconocemos que la lujuria sexual nos convirtió por años en seres egoístas, manipuladores, mentirosos, tenemos que estar bien vigilantes para no dejarnos engañar por una lujuria sexual que nos dirá que podemos utilizar a nuestras esposas como sea necesario, con tal de mantenernos fuera de las otras conductas sexuales más peligrosas.  Esta manera de pensar sólo lleva a la derrota, porque no puede neutralizarse a la lujuria sexual de alto riesgo con lujuria sexual menos riesgosa.  Lo menos torcido te llevará –irremediablemente– a lo más torcido.

En el contexto de nuestra lucha contra la pornografía, debes preguntarte con una brutal sinceridad si estás permitiendo que la lujuria sexual transporte “data lujuriosa” de las fotos y películas a tu compartir conyugal.  Es muy frecuente que escucho a hombres confesar que, en su ceguera y confusión, pretendieron que su esposa se pareciera lo más posible  a una actriz pornográfica en el compartir sexual. Aquí es donde las viejas semillas de la manipulación vendrán para germinar nuevamente en nuestro corazón: No lo permitas; no cedas; no te conformes con una pureza mediocre, porque ella te llevará a una pureza más oscura y profunda, donde tu esposa será contaminada con tu lujuria sexual.

Al tener esta agenda de sexo torcido en su corazón, estos hombres exigían de sus esposas conductas sexuales similares a las que veían en la pornografía.  Estas exigencias pueden venir acompañadas de otras exigencias en el tipo de ropa que la esposa usa para la intimidad conyugal, las palabras que enuncia, los gemidos que se desean escuchar, las posturas sexuales que se prefieren, la exigencia sobre juguetes y objetos sexuales, entre otras cosas.  Así que atrévete a preguntarte si anhelas en tu corazón que tu esposa actúe, hable, tenga ademanes y gestos, use ropa, accesorios y objetos típicos de una actriz pornográfica.  Si tu contestación es que sí, entonces, has permitido que la lujuria sexual invada tu lecho matrimonial.

Nada que desfigure la identidad de tu esposa y la “disfrace” para asemejarse a personajes que asocias con tu presente o con tu pasado es saludable, ni sigue la voluntad de Dios.  Al igual que la pornografía, este tipo de conducta hace que nos alejemos de nuestra realidad y anestesia nuestra conciencia.  Pregúntate constantemente el “por qué” de tus peticiones sexuales a tu esposa, a fin de sacar a la luz cualquier germen de lujuria que haya querido contaminar tu pureza conyugal.

Lo que ha ocurrido en estos tiempos modernos es que se han infiltrado en la Iglesia unas vertientes que alegan “sana sexualidad” al promulgar que los cónyuges deben hacerle frente a la lujuria sexual en su matrimonio con más sexo, más conductas eróticas, más fantasía sexual, en fin, más “apertura” en la sexualidad conyugal.

Aunque favorecemos una apertura de los cónyuges en su intimidad sexual, a fin de romper patrones del pasado que veían al sexo como algo sucio, impuro y condenable, no podemos combatir a la lujuria sexual con más lujuria.  La lujuria sexual sólo podrá ser combatida con un compartir lleno de pureza, respeto e integridad entre los esposos.  Pretender alcanzar pureza sexual en el matrimonio imitando y copiando las conductas sexuales de un mundo que idolatra a la lujuria sexual no es el camino correcto para el matrimonio Cristiano.

También hemos visto a hombres que han “reclutado” a sus esposas para entrar en conductas que recrean el tipo de droga lujuriosa de su preferencia. Así, hombres le piden a sus esposas que participen en sesiones de sexo telefónico, lleven a cabo narrativas de historias eróticas, practiquen bailes sensuales, similares a la manera de bailar en un negocio de “strippers”, realicen sesiones de masajes eróticos con fantasías sexuales y el llamado “role playing” o dramatizar roles similares a sus historias pasadas de pecado sexual.

Muchos de estos hombres se escudan en el hecho de que no incluyen a personas reales o ficticias que no sea su esposa para llevar a acabo estas conductas.  Pero la realidad de cómo la lujuria sexual nos engaña con este tipo de argumento es mucho más profunda y desconcertante.  Lo que realmente esta haciendo este hombre es insertar a su esposa en conductas y escenarios que en el pasado lo llevaron a lujuriar sexualmente.

Una vez más, fuertes preguntas deben hacerse para que abramos los ojos: Cuando llevas a cabo estas prácticas, ¿qué es lo que enciende el fuego de tu excitación sexual, la lujuria o la pureza que ves en tu esposa?  ¿Puedes ver que estos escenarios y prácticas te alejan de tu esposa y te transportan  a un mundo irreal, donde tu esposa es otra persona?  ¿Causan estos ambientes que te distraigas en tu mente, con estímulos externos que en nada se relacionan con tu realidad, con tu esposa, con tu lecho conyugal?

Estoy seguro de que esto resultará en una carga adicional para tus espaldas espirituales.  Puedo escucharte diciendo, “¿hasta cuándo la lujuria sexual va a estar en mi vida?” ¿Por qué tengo que hacerle frente hasta en las cosas más pequeñas?”  Lo único que puedo decirte es, no te rindas.  Sigue peleando, sigue luchando por tu pureza y la pureza de tu matrimonio.  Al final de la batalla, te espera una relación restaurada, donde la lujuria sexual haya quedado atrás, derrotada y extirpada de raíz.

¿Qué puedo recomendarte para que implementes en tu lucha en contra de la lujuria sexual a fin de proteger tu matrimonio?  Primero, te pido, si es posible –aunque cause mucho miedo– que seas transparente con tu esposa en tus luchas por mantenerte puro en el lecho conyugal.  ¿Puede ella escucharlo de ti?  ¿Es ella una aliada tuya en tu lucha contra la lujuria sexual?  Ha caminado tu esposa al lado tuyo este camino de restauración y conoce la magnitud de tus batallas y cómo has alcanzado victorias graduales en contra de la lujuria sexual?  Si puedes contestar afirmativamente a estas preguntas, entonces no hay razón para mantener en la oscuridad lo que debe ser traído a la luz en tu matrimonio, a fin de que la lujuria sexual sea vencida con el apoyo de tu esposa.

En segundo lugar, te pido que mantengas a tu matrimonio lo más alejado que sea posible de la lujuria sexual.  Entre más lejos te encuentres de la lujuria, más puro será tu matrimonio.  No caigas en la trampa de insertar en tu compartir sexual con tu esposa conductas que evoquen tu pasado de pecado.  La lujuria sexual es muy engañosa y si le abres la puerta de tu casa, entrará sutilmente, pero no descansará hasta haber corrompido hasta la última fibra de tu relación conyugal.

En tercer lugar, no impongas a tu esposa conductas sexuales que no son de su agrado, aun cuando las mismas no sean lujuriosas.  Recuerda que –como regla general– entre tu esposa y tú, ella tiene mejores criterios sobre lo que es sana sexualidad, ya que fuimos nosotros los que estuvimos esclavizados a la atadura sexual.  Escúchala, pídele sus recomendaciones y su opinión sincera sobre todo lo que desees compartir con ella sexualmente.

En cuarto lugar, mantén una sana estructura de rendición de cuentas con otros hombres de pacto para que puedas ser confrontado en amor sobre cualquier decisión que tenga el potencial de contaminar de lujuria sexual a tu matrimonio.  Nunca olvides que “en la abundancia de consejeros hay verdadera sabiduría”. Aléjate del altar de tu propio entendimiento, de las trampas del enemigo que te dirán que puedes ser tu propio mentor, que no necesitas ayuda.

Finalmente, mantén junto a tu esposa un sólido frente común de oración, pidiéndole a Dios que los guíe en la toma de decisiones sobre lo que pueden incluir o no incluir en su compartir sexual. En más de un ocasión, ha sido el Espíritu Santo quien me incomodó con algún detalle en la sexualidad de mi matrimonio.  Luego, al compartírselo a mi esposa, ella lo confirmó, diciéndome: “Estaba sintiendo en mi corazón esa misma incomodidad.  Dios me estaba inquietando con eso mismo…”

Pido al Señor que puedas mantener tu mirada enfocada en El, a la hora de escoger el qué y el cómo construyes junto a tu esposa un compartir sexual restaurado.  Nunca olvides que la lujuria sexual intentará disfrazarse de pureza con las sábanas puras de tu lecho conyugal.  No te dejes confundir.

Haz un compromiso de tratar a tu esposa en el compartir sexual como el incomparable tesoro que ella es, como el vaso más que frágil y preciado que Dios ha puesto en tus manos.  Y si tienes dudas sobre algún aspecto de ese compartir conyugal, escoge siempre la alternativa más pura, más íntegra, más apartada de tu pasado y de la lujuria sexual que controló tu vida.  Así y sólo así podrás mantener a este enemigo en la raya, desterrado de tu vida para siempre.  ¡Esa es mi oración para ti hoy!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!


PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


Comentarios

2 respuestas a «Pureza Sexual … ¿LUJURIA SEXUAL CON MI ESPOSA?»

  1. Buenas tardes mi pregunta es la siguiente tengo después de mis dos embarazos m quede con un poco d abdomen quisiera hacerme una liposuccion y transferencia de grasa a los glúteos la verdad lo hago por mi esposo pues el esta de acuerdo…esto puede ser considerado una lujuria

  2. No te recomiendo que te hagas una liposucción, mi esposa le sucedió lo mismo y los médicos la mataron por negligencia en la cirugía, me quedé viudo con tres hijos. Este fue el precio de mi pecado.

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