Pureza Sexual … ¿POR QUÉ A MÍ?

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

Durante muchos años permití que un inmisericorde veneno me corriera por las venas y contaminara mi vida con frustración, tristeza y dolor.  Yo mismo me lo inyectaba y este veneno tomaba control de mí, hasta postrarme, vez tras vez, en derrota y desolación.  Ese veneno venía en el frasco de mi rabia por un lejano pasado que no busqué, que no decidí.

Reflexionando sobre mis primeros años llenos de abuso sexual, de obsesión por el sexo, de pornografía y masturbación, la misma pregunta me asaltaba a traición, cuando menos la esperaba, para emboscarme y atormentarme:  “¿Por qué a mí?”  ”¿Por qué tuve que ser marcado y hecho inservible por la lujuria sexual de otro?”  Mi rabia contra ese pasado me robaba toda posibilidad de luchar y ganar.  Había nacido derrotado; antes de entender lo que era luchar, ya era un prisionero de guerra.

Verás, mi abuso sexual me convirtió en un ser marcado para perder, para ser manipulado como un objeto, sin importar mis deseos, necesidades o sueños.  Mi rabia se apoderaba de mí.  Mi deseo por tener mi desquite, mi revancha, agobiaba mi mente.  “¿Por qué tenía que pasarme esto a mí?”  ”¿Por qué perdí antes de empezar?”  ”¿Por qué siento esta profunda rabia que me ciega?”  La rabia por mi pasado me había encadenado.  No podía escaparme de un abuso sexual que había ocurrido décadas atrás.

Mi rabia por el pasado me impedía caminar hacia la tierra prometida de mi futuro.  Y ante ese pasado que veía con desprecio, le pedí a Dios una justicia sin contemplaciones.  Así, una noche le dije a Dios:  “Quiero que tomes a la persona que me abusó sexualmente de niño; quiero que lo encarceles; quiero que lo tortures; quiero que lo hagas sufrir; quiero que lo hagas sangrar hasta que muera de dolor.”  Dios me contestó:  ”¿Eso quieres?”  ”Pues te concedo tu deseo: mira hacia arriba.”  Y al mirar hacia arriba pude ver una imagen de un Cristo crucificado…

Por primera vez entendí que en la Cruz, Cristo había clavado sobre su ser, mi propia rabia, mi violento resentimiento, mi descontrolado impulso por desquitarme  de quienes me hicieron daño.  Entendí que, aunque la maldad del mundo no siempre será contenida y que víctimas inocentes surgirán todos los días mientras el planeta gire, el cuerpo destrozado de aquel Crucificado es suficiente para contener toda la maldad de este mundo.  Ahora, mi abuso sexual clavado en la Cruz cobraba otro sentido, porque me permitió ser uno, fusionado con las heridas y dolores de Cristo.  Ahora, mi abuso sexual, puede tornarse para bien, al igual que se tornaron para bien las heridas de Cordero de Dios.

Ahora, cuando pienso en mi pasado, las preguntas que tejían un lamento, una queja continua bajo la sombra de mi rabia, son acalladas, enmudecen, cuando el agradecimiento me inunda.  En lugar de los “Por qué a mí” mi espíritu le pregunta a Dios:  “¿Qué más puedo hacer con mi dolor?”  ”¿Cómo más puedo usar mis experiencias para llevar Tu palabra de esperanza?”  Ahora, lo que antes me causó tanto dolor, que me paralizó y frustró mi futuro, es el mejor aliciente para alcanzar al hombre aprisionado por la lujuria sexual.

Te comparto estas experiencias con el fin de lanzarte un reto extraordinario.  Si has sido marcado por el abuso sexual; si la pornografía, o cualquier variante de la impureza sexual golpearon tu vida, decide verte como Dios te ve:  Has sobrevivido.  La lujuria sexual no te mató.  Ahora eres más fuerte.  Ahora tus heridas serán sanadas con el poder de Dios.

Sí, quedarán las cicatrices.  Pero ellas serán testigos elocuentes de tu victoria.  Así como Cristo mostró a sus discípulos las heridas de los clavos en sus manos y en sus pies y la herida de la lanza en su costado para mostrar que había conquistado a la muerte, tú también has conquistado.

Ahora podrás ministrar a otros hombres prisioneros que como nosotros, vivimos encorvados por años, derrotados por la lujuria sexual.  Ahora podrás ser un instrumento poderoso en las manos de Dios para libertar al hombre atado.

¡Levántate y conquista cualquier rabia por tu pasado con el poder de Dios!  Dios te utilizará, si tú se lo permites.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!


PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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