Pureza Sexual … DETONADORES LUJURIOSOS

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

En el contexto de un artefacto explosivo, el “detonador” es un componente que una persona activa intencionalmente para iniciar a larga distancia una cadena de ocurrencias que eventualmente concluirán con la explosión de una bomba. En el contexto de nuestra batalla para mantenernos en pureza, vivimos tratando de identificar a esos detonadores que la lujuria sexual activa a larga distancia para que explote en nosotros el pecado carnal.  Estos detonadores son los hilos invisibles que la lujuria sexual mueve para activar los apetitos de nuestra carne.

En muchas ocasiones, estos apetitos vienen sorpresivamente, nos asaltan “por la espalda” y no sabemos cómo controlarlos.  Podemos vivir una vida sin identificar estos detonadores, creyendo que la lujuria sexual es una fuerza que podemos controlar, cuando en realidad, es ella quien nos controla y dicta pautas sobre nuestras conductas sexuales.  La primera característica de estos detonadores lujuriosos es que ellos no se ven como algo abiertamente peligroso, pecaminoso, ni mucho menos lujurioso.

Para muchas personas, vivir con estos detonadores es algo “normal” porque la sociedad los ha aceptado, e inclusive, la iglesia frecuentemente los ve de igual manera, como algo “normal” y poco amenazante. Estos detonadores son un tipo de puente hacia la lujuria sexual, pero como no tienen una cara claramente pecaminosa, la mayoría los acepta.  Es aquí donde la persona que lucha contra la lujuria sexual, no puede dejarse llevar por reglas mayoritarias, por la corriente, y tiene que enfocarse en lo que es bueno para su proceso de pureza y lo que puede descarrilarlo hacia la lujuria.

Te pido que reflexiones:  ¿Tienes detonadores lujuriosos en tu vida? Porque si los tienes, este es el primer indicio de que la lujuria sexual tiene una agenda para esclavizar tu vida y para mantenerla encadenada. Te preguntarás: ¿Qué forma toman estos detonadores lujuriosos?  La gama de formas es interminable y depende en gran manera de nuestro historial de vida, eventos que nos marcaron y que causaron que nuestra sexualidad fuese impactada por la lujuria sexual.

Para el hombre atado al sexo pagado en la calle, el haber cambiado un cheque y tener dinero en efectivo en su bolsillo puede resultar más poderoso y seductor que ver una revista pornográfica.  Para el hombre atado a los bares de “strippers” o bailarinas exóticas, el pasar cerca de los lugares donde se encuentran estos establecimientos opera como un imán que ejercerá su poder para llevarte hasta la primera fila de uno de esos espectáculos de muerte.

En otros de nosotros, puede ser un perfume o una música que nos recuerden experiencias pasadas de adulterio.  También puede ser la lectura de los “clasificados” de un periódico donde salen anuncios de servicios sexuales, o escuchar una voz seductora en un anuncio comercial que nos recuerde un evento de sexo telefónico.

Para otros, donde los detonadores lujuriosos están más relacionados con la misma piel, un tipo de tela o textura en la ropa tiene la capacidad de transportarnos a un pasado de sexo descontrolado. También hemos visto el batallar de hombres cuando ven artículos que asocian con sus ritos de masturbación –como un aceite o un objeto sexual– siendo esto suficiente para encender el impulso lujurioso en ellos.

Los detonadores lujuriosos también vienen disfrazados de sentimientos que se levantan para lanzarnos a la lujuria sexual.  Resentimiento, frustración, rabia, temor, rechazo, culpa, rencor, son sentimientos que el enemigo utilizará para plantar en nuestras mentes que somo “víctimas” incomprendidas y que nos merecemos un “premio”, un alivio sexual para anestesiar nuestro dolor.

Por lo anterior, es que siempre le pregunto al hombre que lucha en contra de la lujuria sexual si puede asociar una conducta sexual repetida con un sentimiento que aflora antes de irse a pecar.  Si un sentimiento específico es como la chispa que enciende la mecha de sus conductas sexuales. Si podemos identificar esos sentimientos, reconocerlos y enfrentarlos sanamente, podremos desactivarlos, apagar la mecha y cerrarle la puerta a la lujuria sexual cuando quiera usarlos para detonar un explosivo lujurioso con ellos.

Ahora, la pregunta que debes hacerte es si puedes identificar algún detonador lujurioso en tu diario vivir. Porque si puedes ver detonadores en tu vida, te tengo noticias: Es indispensable que los desactives y los arranques de tu vida de raíz.  No pienses que puedes vivir rodeado de ellos y mantenerte en libertad. Esa es la mentira que la lujuria sexual te ha vendido por años y años: Que mientras estás cubierto de detonadores lujuriosos, tu sigues controlando tu vida felizmente, sin consecuencias, sin peligros de que en algún momento todo explote y tu vida se haga pedazos.

Hoy tienes la oportunidad de comenzar a tomar verdadero control sobre tu vida.  ¡Quítale ese control a la lujuria sexual y devuélveselo al Unico que puede darte libertad genuina: Dale todo el control de tu vida a Jesucristo.  Si el dinero es un detonador lujurioso, no andes con más de justo lo que necesitas en el bolsillo. Rinde cuentas sobre el dinero que llevas y atrévete a darle acceso a esta información a un buen hombre de pacto.

Si es un hombre que también lucha con el dinero como detonador, mejor, porque él sabrá cómo confrontarte y abrirte los ojos en esos momentos cuando queremos engañarnos a nosotros mismos con justificaciones huecas para llevar dinero que no necesitamos y que puede meternos en problemas.  Evita tener las tarjetas de crédito o débito en tu bolsillo, a menos que hayas planificado usarlas y, preferiblemente, acude a realizar esas compras acompañado.

Si el detonador es un área que asocias con los bares de “strippers”, debes reflexionar si estás obligado a pasar por allí. ¿Existe otra ruta más larga, que te evite pasar por esos lugares?  Si no hay alternativas, procura rendir cuentas a algún hombre de pacto sobre el momento en que vas a estar pasando por estas áreas “sexualmente tóxicas” y si es posible, habla con él por teléfono celular mientras estás cerca de ese detonador.

Si los detonadores tienen que ver con artículos que asocias con tus ritos de masturbación, pregúntate si realmente necesitas esos artículos en tu casa.  Limpia tu hogar de todo artículo que sea un detonante lujurioso y tendrás menos ataques en contra de la pureza que Dios te ha regalado.  Elimina los perfumes y ropas que te recuerden eventos y experiencias pasadas de infidelidad.  Haz lo mismo con respecto a la música que escuchas y los programas de televisión que ves.

Muchos me preguntarán:  Edwin, pero lo que tú estás diciendo es “cambia tu entorno, tu ambiente externo y la lujuria sexual se irá.”  ¿No son estas sugerencias para extirpar los detonadores lujuriosos, medidas meramente superficiales para modificar nuestra conducta?  En efecto, así es.  Siempre he creído fielmente que para vencer a la lujuria sexual –y cualquier otro pecado– los cambios permanentes tienen que ocurrir en nuestro interior.  Sin una vida plena en Dios, una relación íntima con nuestro Salvador, no podemos pensar que obtendremos libertad haciendo cambios externos.

La verdad es que podremos enjaularnos en una urna de cristal para protegernos de la lujuria sexual y defender nuestra pureza, pero si Dios no está en el primer lugar de nuestra vida, seremos derrotados.  Si no estamos apasionados por la presencia de Dios en nuestra vida, la carne se encargará de apasionarnos con el pecado, con todos esos apetitos que nos alejarán más y más de Dios.

Ahora bien, una cosa no quita la otra.  Reconociendo que nuestro caminar en pos de la pureza que Dios nos ha prometido es un proceso con llanos, valles y colinas escarpadas, no alcanzamos pureza de manera instantánea y debemos pelar todos los flancos a la vez.  No podemos enfocarnos sólo en mantener una relación con Dios y olvidarnos que nuestro ambiente debe estar libre de impurezas, de detonantes que puedan poner en peligro nuestro caminar de integridad.  Ambos flancos son indispensables.

No podemos olvidar que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.  Este cuerpo es receptor sensorial por todos los ángulos imaginables.  Por eso es que tenemos que limpiar, desintoxicar nuestro templo de todo estímulo sexual que venga a atacarnos mediante la vista, la audición, el gusto, el olfato y el tacto. Para lograr esto, arrancar todo detonador lujurioso es esencial.

De hecho, muchas veces esta estrategia causará que, por primera vez, estemos en paz para reconstruir nuestra relación con Dios.  Así, muchos de nosotros comenzamos a vivir sin sentirnos que estamos en un “campo minado” donde cada paso nos resulta amenazante y drenante.  Entonces y solo entonces, cuando dejamos atrás un caminar lleno de explosiones lujuriosas, pudimos comenzar a levantar nuestros muros y reencontrarnos con Dios.

Hoy te exhorto a que te atrevas.  Saca todos los detonadores lujuriosos de tu vida; corta los hilos invisibles.  Atrévete a vivir en libertad.  Busca limpiar tu ambiente externo, el entorno que te puede impactar con los ataques de la lujuria sexual, pero también busca limpiar el interior de tu templo, allí donde Dios anhela que vuelvas a tenerlo en el primer lugar; allí donde sólo debe existir un altar para honrar Su presencia en nuestra vida.  ¡Si puedes alcanzar este anhelo de Dios, te aseguro que podrás comenzar a vivir una vida pura, libre y plena, como nunca antes la has vivido!  ¡Le pido a Dios para que lo logres, porque si lo logras, nunca serás el mismo!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!


PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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