Pureza Sexual … DE LA PEOR LUJURIA A LA MEJOR PUREZA

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda.  Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.  Y Jesús le dijo: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora.  Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que El os diga. Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros.  Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.  Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.  Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó al novio, y le dijo: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno.  Juan 2:1-10

¿Has vivido momentos de derrota, cuando te propusiste una meta y acabaste derrumbado, al no alcanzarla?  ¿Has sentido la mirada punzante de mil ojos que destilan decepción contigo ante una de tus múltiples caídas?  ¿Has experimentado cómo el tanque de tu combatividad se vacía poco a poco, a medida que la montaña de fracasos va aumentando?  Si puedes contestar alguna de estas interrogantes en la afirmativa, conozco tu lucha y estamos en la misma barca.

Y si estas batallas fracasadas tienen que ver con nuestro esfuerzo por alcanzar pureza sexual, entonces podemos afirmar que conocemos de primera mano cómo este enemigo es especialista en desgastar el espíritu y vacíar el corazón de esperanza.  Verás, la gran mayoría de las personas que he conocido en la esclavitud de la lujuria sexual, han permanecido en la prisión luego de tratar de romper sus cadenas en innumerables ocasiones.  Su esclavitud no es producto de la apatía o falta de intentos; su esclavitud es producto del cansancio por la prolongada cadena de caídas que les han hecho creer que nunca podrán levantarse.

Con astucia, la lujuria sexual ha trazado su estrategia de muerte contra la persona atada al sexo sin control:  Ella sabe muy bien que –en nuestra fuerza– no podremos prevalecer y que cualquier victoria así lograda será fugaz…  Así como llegó, así se esfumará.  La lujuria sabe que es más fácil vencernos poco a poco, que lanzando un ataque masivo y frontal contra nosotros.  Es más fácil engañarnos con algunas victorias superficiales y temporeras que levanten en nosotros un falso sentido de sobreconfianza y orgullo.  Su agenda es ir desgastando nuestras fuerzas, erosionando nuestra confianza, frustrándonos con nuestras repetidas derrotas, después que la pureza nos visitó por breves instantes.

Por lo anterior es que muchos de nosotros podemos identificarnos con aquella boda de Caná que, a todas luces, iba dirigida al fracaso y a la burla, cuando a mitad de celebración, se les acabó el vino. Y allí estábamos, vacíos y en una oscura esquina sin poder hacer nada, salvo lamentarnos de nuestra más reciente derrota.  Pero algo diferente ocurriría esta vez, porque Cristo vendría a llenarnos como nunca antes habíamos sido llenados.

¿Puedes verte en la boda de este pasaje del Evangelio de Juan?  Sí, aquellas seis tinajas vacías simbolizan nuestra vida desgastada por tantas batallas perdidas ante la lujuria sexual.  Seis tinajas, que con su número representan nuestra humanidad y nuestra lucha por buscar, día tras día, la santidad de Dios.  Seis tinajas que serían llenadas en el tercer día, en medio de la celebración de una boda.

¿Son todos estos detalles una pura coincidencia?  Para nada.  Porque Dios no se mueve de manera improvisada a la hora de marcarnos con su mensaje de restauración.   Y si miras con los ojos del espíritu, verás que el tercer día habla de un Dios que está empeñado en que salgas de la tumba de tus errores pasados y que resucites a una nueva vida.  Y con este nuevo renacer que Dios te imparte, podrás celebrar las bodas del Esposo perfecto; ese que lo entregó todo por amor a su esposa, la iglesia.

Te preguntarás: “¿qué puedo hacer para recibir esa nueva vida de pureza?”  Observa el pasaje de Juan en la boda de Caná; observa lo que hicieron los hombres y lo que hizo Dios.  Primero, ríndete a la voluntad de Dios sin miramientos y sin condiciones; ríndete absolutamente a Él.  Como bien dijo María a los servidores de la fiesta, hagamos todo lo que Cristo nos diga.

Y entonces, permite que Cristo te llene completamente con su agua vivificante.  El pasaje dice que Cristo mandó a que las tinajas fuesen llenadas hasta el borde.  ¿Estás dispuesto a ser llenado así por el Salvador?  Porque ser llenado hasta el borde significa que no quedará espacio alguno para que algo más venga a llenar nuestra vida.  Y si no hay espacio para nada más, entonces la lujuria sexual no podrá seguir teniendo espacio, ni ganando terreno en nuestro interior.

¿Ahora, puedes entender en qué hemos fallado tantas veces?  En nuestro afán de control, no le hemos cedido realmente las riendas de nuestra vida al Señor.  Más bien, hemos querido tener a Dios cerca de nosotros, pero no al extremo de rendirnos a Él.  Más que permitir que Dios controle nuestra vida, hemos querido controlar y manipular a Dios, para que Él sea como el genio de la botella, disponible ante nuestro mandato, para conceder nuestros caprichos.  Y como si esto fuera poco, no hemos permitido que Dios llene completamente nuestra vida.  Porque ser “llenados hasta el borde” habla de una radicalidad absoluta que nunca hemos abrazado.

En contraste, ser llenados parcialmente habla de un cristianismo cómodo, que no se esfuerza por más y mejor.  Más aún, ser llenados parcialmente por Dios habla de permitir vacíos en nuestro corazón que luego podremos llenar con nuestros juguetes secretos, con la lujuria sexual y con aquellos otros ídolos que nos han esclavizado en el pasado.

¿Podremos alcanzar una pureza permanente cuando no nos rendimos a la voluntad de Dios y nos resistimos a que Él nos llene por completo?  Con cada derrota sufrida, Dios nos da la misma respuesta: Sólo con Dios al volante de nuestra vida y dejando que Él llene todos los vacíos de nuestro ser, podremos vencer a la lujuria sexual.

Y si tienes dudas, mira lo que ocurrió con aquellas tinajas vacías y olvidadas en las bodas de Caná.  Sólo se necesitó una mirada de Dios, para que lo descartado y olvidado, lo trivial y poco relevante se convirtiera en protagónico e importante. Sólo un toque de Cristo se necesitó para que agua común y corriente se convirtiera en el mejor vino de toda la fiesta.  Porque si permitimos que Dios actúe en nosotros, Él vendrá con su plenitud a llenarnos y transformarnos.  De lo peor que podamos estar viviendo –de la peor lujuria– Él nos llevará a lo mejor que podamos soñar –a la mejor pureza– y aún más.

Atrévete a ser una tinaja rebozante del mejor vino.  Porque si te rindes a Dios, Él hará el resto para convertirte en un milagro vivo que asombre hasta al más incrédulo.  Sí…  Hoy es un buen día para dejar que Dios te llene y te transforme con su toque.  Entonces, la lujuria sexual sólo podrá ser dos cosas en tu vida: un enemigo derrotado y un mal recuerdo de aquel pasado que jamás regresará.  ¿Lo puedes creer?  ¡Créelo!  ¡Esa es mi oración para ti hoy!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

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