Pureza Sexual … ¿ES EL SEXO TU SALVAVIDAS?

Saludos a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

“¿Acaso he puesto en el oro mi confianza, o le he dicho al oro puro: “En ti confío”?  ¿Me he ufanado de mi gran fortuna, de las riquezas amasadas con mis manos? ¿He admirado acaso el esplendor del sol o el avance esplendoroso de la luna, como para rendirles culto en lo secreto y enviarles un beso con la mano? ¡También este pecado tendría que ser juzgado, pues habría yo traicionado al Dios de las alturas!” Job 31:24-28

¿En dónde hemos puesto nuestra confianza?  ¿A quién rendimos culto en lo secreto de nuestro corazón? No son preguntas livianas.  Son buenas preguntas para todos los días de mi vida y de la tuya.  Porque en tiempos pasados, muchos de nosotros pusimos toda nuestra confianza en el sexo desenfrenado para sacarnos del problema, de la crisis, para anestesiarnos el dolor y llevarnos lejos, mediante el escapismo, a otro mundo que no resultara tan amenazante.

De esa manera, el sexo era el vehículo que nos hacía viajar, a toda velocidad, a otro planeta donde yo no fuera yo y mis circunstancias fueran otras.  Era el viaje esclavizante de la lujuria sexual al planeta de la negación y de la fantasía.  Un viaje que evitaba enfrentarnos a nuestra realidad, a nuestros problemas y nos eximía de asumir responsabilidad por ellos.

Así, poco a poco, permitimos que el sexo usurpase el lugar de Dios.  Nuestra confianza estaría puesta en el sexo, nuestra mirada estaría enfocada en todo lo sexualmente estimulante.  Levantamos en nuestro corazón altares secretos al dios de la lujuria sexual y permitiríamos que él rigiera nuestras vidas.  Ahí pueden verse las primeras semillas de idolatría en el terreno de nuestra vida.  Ahora daríamos la espalda al Dios verdadero y nos postraríamos ante el ídolo del sexo esclavizante.

¿Por qué es esto importante?  Porque la esclavitud a la lujuria sexual trata más de una atadura espiritual que de una meramente carnal.  Porque el hombre esclavizado al sexo es un idólatra que ha perdido la dirección correcta y ha perdido a Dios en su vida.  Porque al igual que el oro puro, la lujuria sexual vendrá a deslumbrarnos con su belleza y ostentosidad.  Ella nos dirá que todo lo podremos conseguir a través de su lazo cautivante.  Como las palabras de Job reflejan, para amar esta atadura y rendirle culto pagaremos el precio de traicionar a Dios y vivir a espaldas de Él. ¿

Por eso recuerdo temporadas cuando la presión del camino, el afán por lo que se quiere poseer, las apariencias, el hedonismo y el placer a lo carnal me hicieron buscar afanosamente a la lujuria sexual como tabla de salvación.  Pensé que el sexo me mantendría a flote; que el sexo me ayudaría a no zozobrar en medio de la tempestad.  Decidí, con mis acciones, que el sexo fuera mi salvavidas a todas horas.  Así, fue que recurrí al sexo dándole la espalda a Dios.  Pensé que nada ni nadie más me pódía proteger.  La lujuria sexual era mi ídolo favorito, mi falso dios, dispuesto a salvarme en cualquier momento.

¿Por qué te comparto estos momentos de mi pasado de esclavitud? Porque puede ser que tu pasado sea igual al mío y ahora estés disfrutando de una libertad y pureza extraordinarias luego de décadas de esclavitud al adulterio, a la pornografía, a la masturbación, o los lugares de sexo en la calle.  Y de la misma manera, puede ser que de forma imprevista, te enfrentes a otra temporada de presión, de crisis, de desánimo, de limitación económica.

¿Sabes qué ocurrirá?  La lujuria sexual vendrá con fuerza contundente a plantearte –en el momento de mayor vulnerabilidad– que ella puede convertirse nuevamente en la solución de todos tus problemas; que el sexo puede ser tu salvavidas.  Así tengo que confesarte que ha ocurrido en vida recientemente, cuando los vientos de tempestad han arreciado, el desánimo ha querido tocar a mi puerta y la alacena de comida no se encuentra rebosante.

Es en estos momentos cuando hacer inventario de lo que significa nuestra pureza, reflexionar de dónde Dios nos ha sacado, es indispensable.  ¿Tienes un recuento escrito, una reflexión de tu caminar atado a la lujuria sexual y de cómo Dios te sacó de ese pantano de muerte para llevarte a su casa, darte vestiduras nuevas, sentarte a su mesa y hacer fiesta porque su hijo muerto regresó a la vida?  Esta es un herramienta valiosa en nuestro Ministerio –la cual llamamos “la Primera Estrategia de Recuperación”– con la cual reflexionamos y hacemos un alto cuando la mente es atacada por la lujuria sexual y pretendemos olvidar o trivializar nuestro caminar de pecado.

Nunca debes permitirte olvidar de dónde Dios te sacó; nunca debes alejarte tanto de tu pasado como para olvidar sus consecuencias.  Si lo permites, serás anestesiado nuevamente y olvidarás las horribles consecuencias del pecado sexual en tu vida.  Entonces, regresar a ese pasado no se verá tan malo, o tan peligroso en un momento de debilidad.

Utiliza ese inventario como una herramienta de guerra, como una espada para cortarle la lengua a la lujuria sexual cuando venga a hablarte sus mentiras.  Recuerda siempre.  La lujuria sexual casi te cuesta la vida… Y te digo más…. Le costó la vida a un Justo, al Esperado, al Cristo, ese que murió por ti al clavar en su propia carne, sobre un madero, los pecados sexuales tuyos y míos….

Pido a Dios que cuando esos momentos de prueba vengan, Él te colme de su gracia y de su santidad para poder escoger bien y vencer.  No cedas ante los encantamientos de la lujuria sexual.  No pierdas ni un centimetro de terreno en la lucha cuerpo a cuerpo en contra del sexo esclavizante.  Y nunca olvides algo: El sexo nunca podrá ser un salvavidas de Dios en tu vida, porque el sexo de nada puede salvarte.  La explicación para esto es sencilla.  La comparto contigo.

Por diseño, el salvavidas necesita de aire que lo llene al máximo para darle dureza y capacidad flotante. Ese aire que mantiene al salvavidas de Dios a flote se llama Espíritu Santo.  Por eso es que la lujuria sexual es, a lo más, un salvavidas de muerte y sólo flotará por poco tiempo.  Porque el Espíritu Santo no habita en la lujuria sexual y acabará desinflándose.  Y te pregunto: ¿para qué te sirve un salvavidas desinflado en medio de la tormenta, cuando tienes el agua hasta el cuello y te sientes desmayar?  Un salvavidas desinflado causará que te hundas más rápido.

Hoy le pido a Dios que Él sea tu salvavidas siempre fiel y siempre confiable.  Que cuando llegue la tormenta, puedas agarrarte a Él y que no dudes ni por un segundo que estarás a flote.  ¡Sigue hacia adelante!  ¡Que tu pasión y compromiso con el Señor y con la pureza que Él nos ha regalado a precio de sangre sean tu brújula ahora y siempre!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

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