RUGE COMO UNA HIJA DIOS


Foto: Bryonyy – Creative Commons

Cuando finalmente entiendes tu posición como hija de Dios, no hay obstáculo, oposición ni circunstancia que impida tu victoria.

¿Cuándo fue la última vez que tuviste una conversación a corazón abierto contigo misma?
Muchas veces se nos hace más fácil hablar con una amiga y buscar un consejo, pero rara vez hacemos una cita con nosotras mismas para confrontar a la luz de la opinión de Dios, el bombazo que llevamos en nuestro interior.
Hay tiempo de hablar con una amiga y llorar. Hay tiempo de vivir un duelo saludable por lo que nos hubiera gustado que sucediera y no sucedió. Hay tiempo de soñar. Hay tiempo de esperar que  las aguas vuelvan a su lugar. 
Pero hay un tiempo especial en la historia de cada mujer, donde debe armarse de valor, mirar dentro de su corazón y reclamar el territorio que el miedo por muchos años le ha robado.  Eso se logra cuando asume su posición como hija de Dios.

¡Sólo tú me llenas de valor! ¡Tú me das fuerzas para correr con la velocidad de un venado! Tú me enseñas a enfrentarme a mis enemigos; tú me das valor para vencerlos.

 

– Salmo 18:32-34 (TLA)

No ores para que Dios evite la tormenta. No ores para que Dios mueva la tormenta. El propósito que Dios tiene con tu vida supera tus sueños y tus anhelos más profundos. ¡Ruge como una hija de Dios! Baila en medio del fuego, porque sin acción no hay cambio.
3 PREGUNTAS CLAVES QUE DEBES HACERTE DIARIAMENTE
1)     ¿Qué tipo de pensamientos dominan el iPod de mi mente?
Tu destino baila al ritmo de tus pensamientos. Ocupa tu territorio. Somete esos pensamientos de desaliento, derrota y pesimismo a la verdad absoluta e invariable de lo amada, valiosa y especial que eres para Dios. Él viste tu interior con su Gracia, con Perdón y  Misericordia.
Tu dialogo interno debe ser un eco de la voz de Dios.
2)     ¿Qué opinión tengo de mí misma?
¿He permitido que mis errores y desaciertos me castiguen en la silla eléctrica de la culpabilidad? ¿Me visto de condenación y me calzo de culpa?
Donde abunda el pecado, sobreabunda la Gracia de Dios. Deja de lamentarte por tus errores. Lo que pasó, pasó. ¡Ruge como una hija de Dios! Porque Dios no otorga perdón a medias. El perdón de Dios es absoluto.
Dios sana tus heridas, pero te deja las cicatrices, para que siempre recuerdes lo bueno que Él ha sido contigo. Deja que la luz de Dios  brille a través de ellas.
3)     ¿Cuáles son mis opciones?
Puedo quedarme toda la vida en la silla de la conmiseración, amenizándole la fiesta a cuantos pensamientos negativos aterricen en mi mente o puedo darle entrada VIP a Dios para que haga todas las remodelaciones necesarias y cumplir su propósito en mí.

Adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce.

 

– Salmo 18:34 (NVI) 

Las circunstancias pueden tratar de romper a una mujer, pero cuando ella comprende su posición como hija de Dios, se levanta y regresa al campo de batalla con mayor fuerza y determinación.
¡Ruge como una hija de Dios!
¡Feliz Semana!
Sandy,


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