SALMO 144. ESTABILIDAD

Bendito sea el Señor, mi Roca

Estos días Europa está convulsionada por la crisis económica. En mi país, como en muchos otros de su entorno se habla de forma repetida acerca de la credibilidad, solvencia y estabilidad de las instituciones financieras. Todo parece indicar que si no hay confianza en dichas instituciones todo el sistema tiembla y se acentúa la crisis y sus efectos.

Por tanto, todos los interesados se afanan en probar la estabilidad de las instituciones que representan y transmitir al público una sensación de firmeza que lleve a los clientes actuales y potenciales a sentirse seguros.

Me hacía pensar la lectura del salmo en la manera en que el Señor es definido, mi roca. Pocas imágenes pueden ofrecer una sensación de perdurabilidad, estabilidad y solidez como una roca. De hecho, es el suelo preferido por cualquier constructor para establecer los cimientos. Preferido con diferencia a la arcilla, la arena u otros tipos de suelo mucho menos estables.

En tiempo de crisis, por tanto, es importante tener referencias sólidas que nos den confianza. Dios es una roca sobre la cual vale la pena construir nuestro proyecto personal de vida. El Señor ofrece la suficiente solidez y estabilidad para poder afrontar todos los retos, desafíos e incertezas que el mundo en que vivimos nos plantea.

Al fin y al cabo todo depende de en dónde coloca uno su seguridad.

Un principio

El Señor es una roca que da estabilidad en un mundo en constante cambio.


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