SALMO 15: PUESTA A PUNTO

Dime, Dios mío, ¿Quién puede vivir en tu santuario?

El salmista hace una pregunta honesta al Señor y después de meditar acerca de ello elabora lo que considera ser una respuesta justa enumerando una serie de cualidades o características que deben adornar o formar parte de la vida de aquel que sigue a Jesús: hacer lo bueno, practicar justicia, pensar y hablar la verdad, ni buscar el mal de nadie, ni hablar mal de nadie ni ofender a nadie, tener un claro sentido de la justicia, mantener la palabra aunque sea en detrimento propio y quien jamás perjudica a un inocente. En la mente del salmista aquel que puede hacer gala de esas cualidades o trabaja para incorporarlas en su propia vida personal puede estar en la presencia del Señor.
Este consejo del salmista es válido para todos aquellos que seguimos a Jesús y, todavía más si cabe, para aquellos que tenemos responsabilidades de acompañar, cuidar y ayudar a otros a crecer y seguir al Maestro. Tenemos la necesidad de, cada cierto tiempo, pararnos y examinar nuestra vida, ponerla bajo la lupa y ver en qué medida la presencia del Señor es evidente en nuestra forma de pensar, motivarnos, vivir y actuar en relación con los demás. La evaluación es necesaria  y positiva para nosotros cuando la hacemos con honestidad y transparencia. Primero, porque nos permite saber el estado real de nuestro seguimiento de Jesús. Segundo, porque nos permite ver aquellas áreas en las que el crecimiento, el cambio, la maduración es necesaria y, con la ayuda del Señor, acometer el cambio.

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