SANTIAGO ESTUDIO 4. TENTACIÓN

SANTIAGO 1:12-16

12 Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque al salir aprobado recibirá como premio la vida, que es la corona que Dios ha prometido a los que lo aman. 13 Cuando alguno se sienta tentado a hacer lo malo, no piense que es tentado por Dios, porque Dios ni siente la tentación de hacer lo malo, ni tienta a nadie para que lo haga. 14 Al contrario, uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo atraen y lo seducen. 15 De estos malos deseos nace el pecado; y del pecado, cuando llega a su completo desarrollo, nace la muerte.

16 Queridos hermanos míos, no se engañen: 17 todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo. Dios es siempre el mismo: en él no hay variaciones ni oscurecimientos. 18 Él, porque así lo quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad,[a] para que seamos los primeros frutos de su creación.

Al leer este pasaje mi mente, acostumbrada a buscar pautas y esquema, rápidamente vio que todo se centra alrededor de dos personajes, el hombre tentado y Dios.

Del primero, del hombre tentado, se nos dicen varias cosas. En primer lugar, el origen y proceso de la tentación. Se afirma que Dios no es quien nos tienta, por tanto, de Él no procede ningún tipo de tentación. Antes al contrario, son nuestros propios deseos los que nos sugieren la posibilidad y si nosotros les damos pie y oportunidad poco a poco van tomando forma y se plasman en pecado. Además, el pecado sólo produce la muerte, no necesariamente en el sentido literal, sino en el más amplio de corrupción, degradación, destrucción.

En segundo lugar, aquel que resiste la tentación se ve, sin duda, fortalecido en su fe y su caminar con Dios y recompensado por Él. La primera y más importante recompensa es, sin duda, nuestra capacidad para controlar nuestros propios deseos e impulsos.

Del segundo, de Dios, también aprendo varias cosas interesantes. Primera, que está lejos de la tentación y que nunca tienta. Nada malo proviene de Él. Segunda, que todo lo bueno que vivimos y experimentamos nos viene de parte suya. Tercero, su carácter permanente e invariable.

Un principio

Son nuestros propios deseos los que generan el pecado.

Una pregunta

¿Qué deseos son recurrentes en tu vida? ¿Qué hacer con ellos?


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