SANTOS, PERO NO DE VITRINA…

SI USTED ES SUSCEPTIBLE… NO LO LEA.
Somos santos porque Dios lo dice… No está en nosotros lograrlo. Estamos equivocados a la enésima potencia si creemos que porque Dios lo dice, podemos presumir de serlo. Claro, Dios nos pide que seamos santos como Él es Santo, pero hay que saber discernirlo… Sin la ayuda del Espíritu Santo será imposible acercarnos tan solo a la palabra.
¿Como se logra, entonces? Por fe. Debemos creer que porque Dios lo dice, debe ser cierto. Pero no para nosotros sino para Él. Este es el dilema de muchos cristianos. Buscamos la santidad en muchas cosas, menos en el camino correcto que es Jesús. Por ejemplo, habemos quienes queremos pasar por santos porque no hacemos ciertas cosas que hacen los demás. Porque nos vestimos de alguna manera o porque no usamos bigote. Nada más alejado de la verdad. El Señor no quiere santos de vitrina. Él quiere santos que caminen entre el polvo, entre el lodo humano, entre las miserias de este mundo. ¿Todo para qué? Para que vean en aquellos que tratan de vivir de acuerdo a Sus enseñanzas que se puede ser diferente. El mundo necesita predicadores que les enseñen que hay otro estilo de vida. Pero necesita predicadores que no griten… sino que vivan lo que dicen… El mundo necesita mensajeros que les enseñen el Camino a Jesús pero no con tratados ni con altavoces a todo volumen. Así nunca llegarán a la Verdad. Ellos necesitan ver más que escuchar. Por eso los cristianos hemos fracasado en el evangelismo. Porque no hemos comprendido que ya no nos creen lo que decimos porque no ven en nuestras vidas plamadas de esas palabras… Por eso es que Dios dejó a Isaías. Elías. Eliseo. Moisés. Pedro. Pablo y muchos otros que llegaron a entender que ser santo no significa estar en vitrina. Sin hablar. Sin mezclarse entre aquellos que se están condenando en pecados. No, mis amigos cristianos, Dios necesita santos de carne y hueso. Que salgan de sus cuatro paredes, que lo imiten a Él y no a los héroes del mundo. Dios necesita santos que sepan que tienen sus pies de barro pero el corazón lleno de amor por los perdidos. Santos que, como Elías, tengan sus propias pasiones pero que sin embargo sean tan sinceros con el Señor que le pidan a Él las fuerzas necesarias para enfrentarse a los Acab de este mundo… ¿No me cree? Si no me cree, pregúntele a Satanás qué dijo Dios de Job. Si no lo ha leído, se lo paso: «¿Ya viste a mi siervo Job que es perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal?» (Job 1:8)… Pero todos sabemos quién y como era Job. Como usted y como yo. Barro… puro barro. Pero para Dios, este admirable anciano era todo un modelo a seguir…


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