¿SE ACABÓ ESTE MATRIMONIO?

Queridos Juan y María 
Esta semana les he tenido en mis oraciones y cada vez que hablo con Dios acerca de ustedes Él me hace ver que sus fuerzas se han acabado; que los temores y las heridas son muchas; que se encuentran en un atascamiento que no les deja surgir;  y que si Dios no hace un milagro, la visión que Él tiene con ustedes, de bendecir la vida de muchos a través de su matrimonio se va a perder.
Ustedes no se casaron sólo por gusto, ustedes se casaron porque Dios les unió para cumplir un propósito con sus vidas. El peor problema de su matrimonio no es la desconfianza de María y la supuesta infidelidad de Juan, El peor problema es que el diablo encontró lugar en vuestra vida para causar daños, destrucción y muerte en vuestro matrimonio. El enemigo sabe que si Dios hace sus planes con este matrimonio, muchos que están en esclavitud serán libres, y para evitar eso entrará y causará el mayor daño posible en vuestro hogar.
Lo peor no es eso tampoco, lo peor es que el diablo podrá hacer en nuestra vida y matrimonio tanto como nosotros mismos le permitamos: 
  1. Cuando dejo de ver a mi cónyuge como mi compañero de batalla y lo veo como mi enemigo, le doy lugar al diablo para que destruya mi matrimonio.
  2. Cuando mi manera de tratar a mi cónyuge no es respetuosa ni le brinda honor por ser la persona que Dios me dio para formar un hogar, le doy lugar al diablo de dividir nuestra unión
  3. Cuando no acudo primero a Dios para buscar en su presencia las fuerzas y la sabiduría para ayudar a mi cónyuge a corregir sus errores, le doy lugar al diablo para que me use como el causante de las más graves heridas en el corazón de mi pareja.
  4. Cuando no vivo la vida matrimonial bajo los eternos principios de Dios, le doy lugar al diablo para destruir los matrimonios de mis propios hijos; pues ellos no verán en mí el mejor modelo de cónyuge que ellos necesitan para ser buenos cónyuges cuando les toque el turno.
  5. Cuando un matrimonio «cristiano» está en caos, no es culpa del diablo y menos de Dios: 

  • Es culpa de quien no puso en práctica los principios divinos para la vida matrimonial (Josué 1:8,9); 
  • Es culpa de quien no actuó bajo el fruto del Espíritu Santo para controlar sus sentimientos y sus actitudes (Gálatas 5:22-23); 
  • Es culpa de quien no le contó a Dios sus necesidades para recibir la paz que protege el corazón (Filipense 4:6,7);
  • Es culpa del que no restauro a su cónyuge con espíritu de mansedumbre (Gálatas 6:1)
  • Es culpa de quien no actuó como Cristo y la iglesia para amar a su cónyuge (Efesios 5:25-30)
  • Es culpa del que no dejó fluir al amor de Dios a través de sus actitudes hacia su cónyuge (1Corintios 13:4-7)
  • Es culpa de quien valoró más sus propios intereses personales que los planes de Dios para su matrimonio (Efesios 2:10)
  • Es culpa de quien no menguó para que Cristo creciera y actuara a través de él (Juan 3:29-30)

No escribo esta carta para causar su agrado o desagrado y menos para hacer sentir culpable a alguien, escribo esta carta para causar su reflexión y una honesta evaluación de vuestra actitud en vuestro matrimonio, de manera que les permita identificar sus faltas y entrar en un sincero arrepentimiento, pues no se han fallado el uno al otro tanto como juntos le han fallado a Dios y han contristado su Espíritu al no ser el tipo de matrimonio, ejemplo de creyentes, que otros puedan imitar y ser así la  bendición a las familiar de la tierra.

Cordialmente



Luis Molano
Director de FUREFA



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