SECRETOS FUNDAMENTALES DE LA ORACIÓN

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Debemos orar hablando directamente con Dios como nuestro Padre que es sabiendo sin ninguna duda que nos ama. Él espera que lo hagamos y además lo ansía. Eso es lo que siente un Padre que ama a sus hijos. La oración puede sobre cualquier cosa que necesitemos, pero siempre de acuerdo a Su voluntad.

Para conocer cuál es su voluntad, debemos primero conocerlo a él bien. Esto se consigue estudiando las Escrituras diariamente, y pidiéndole que nos revele Su voluntad.

1. NUESTRAS ORACIONES DEBEN SER PERSISTENTES

Una demora divina no significa una negativa. Cada día nos acerca más a la contestación. Por ejemplo. Hace ya casi 2.000 años que la última oración de la Biblia viene ascendiendo a Dios: “Sí, ven, Señor Jesús!  (Apocalipsis 22:20), pero no estamos desanimados, porque sabemos que en cualquier momento veremos a nuestro Señor el cual como un relámpago descenderá en las nubes.

Durante una reunión en una ciudad pequeña de Estados Unidos, un hombre muy anciano se levanto de su asiento, y con lágrimas en sus ojos contó como cincuenta años antes veinticinco jóvenes se propusieron orar por ese hombre diariamente. Ahora, continuó él, de todos yo soy el único que queda PARA VER CONSTESTADA LA ORACIÓN DE CINCUENTA AÑOS.

En Lucas 18:1-8 Jesús nos enseña la historia de una viuda y un juez injusto, y por tanto la necesidad de orar y no desmayar.

Parábola de la viuda y el juez injusto

18 También les refería Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,

diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.

Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.

Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.

¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Y está esperando con longanimidad en cuanto a ellos?

Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

¿Tenemos suficiente fe para que Dios conteste nuestras oraciones? Aprendamos de la viuda pobre.

2. NUESTRAS ORACIONES DEBEN SER INSISTENTES

A veces viene el momento en que a pesar de los modales bien controlados de nuestra vida moderna, nos es necesario orar desesperadamente, luchar como Jacob, clamar con toda franqueza, sin vergüenza e inoportunamente. Muchas de las oraciones de la Biblia son clamores, y las palabras del original hebreo y griego son muy fuertes. En Santiago 5:16 dice: “La oración ferviente del justo puede mucho”.

Entonces debemos orar insistentemente y con fervor.

Cuando el rey Herodes alargó su mano para encarcelar a los apóstoles en Los Hechos de los Apóstoles 12, la iglesia elevó sus brazos en oración a Dios. Hechos 12:5. Pedro fue liberado de forma milagrosa.

Lee en tu Biblia acerca de la determinación de Abraham (Génesis 18:23-32), de Moisés (Éxodo 33:12,18).

Después pongamos atención a lo que ha sido llamada la más tierna de todas las invitaciones a la oración.

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, PERO SIN PECADO. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia Y HALLAR GRACIA PARA EL OPORTUNO SOCORRO” (Hebreos 4:15-16).  

 

 


Santa Biblia, vs. Reina Valera

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