• Arrepentíos, y creed en el evangelio. – Marcos 1:15.
• Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras. – 1 Corintios 15:3.
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“Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. ¿Sabe quién dijo esta frase? Jesucristo, quien prosiguió diciendo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:31-32). Esto significa simplemente que si usted cree que puede presentarse con sus cualidades y sus defectos ante un Dios tolerante, está muy lejos de la verdad. Dios es santo y muy limpio de ojos para ver el mal (Habacuc 1:13).
Pero si usted ha tomado conciencia de lo que es su verdadera naturaleza, enferma por el pecado e incurable al igual que la de todo ser humano, y si sabe que jamás podrá curarse del pecado por sí mismo, eso quiere decir que ha dado un primer paso hacia Dios. Porque ese Dios santo también es un Dios de amor, y ama a todos los hombres por igual; quiere que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4).
Pero aún le falta dar un segundo paso: recibir a Jesús, el Hijo de Dios, como su Salvador personal. La Biblia declara: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
Por lo tanto, para curarse del pecado y recibir en seguida la salvación que Dios ofrece gratuitamente a todo pecador que se arrepiente, es necesario dar dos pasos: primero, reconocerse pecador y, luego, aceptar a Jesús como Salvador y Señor de nuestra vida.
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