¿Tienes Paciencia?

¡Uff, paciencia!
¿Quién tiene?
A muy pocas personas las he escuchado diciendo: «Soy bastante paciente…«, y muchos cristianos tienen miedo de pedirla (pues saben que la necesitan) bajo la excusa de que «el que pide paciencia pide prueba…» (agrégale la frase implícita: «y yo prefiero estar tranquilo«).

Y la verdad es que es de esas cosas raras que uno no tiene, no quiere (porque quererla es «peligroso»), y sabe que necesita pero prefiere atajos. Atajos que nos llevan al punto donde, con la impaciencia en su máxima potencia, tenemos que obligatoriamente ser… pacientes.

Y hoy me preguntaba que:
Sí al final hay que esperar lo que haya que esperar…
Sí los atajos generalmente nos llevan al punto inicial…
Sí tener las manos en señal de espera por 5 segundos más hubiésemos recibido… eso.
¿Por qué no aprendemos?
Todo el mundo sabe que su impaciencia arruina un montón de cosas (desde relaciones hasta el desarrollo de capacidades especiales, desde aprender un idioma nuevo hasta terminar ese libro grande), y que finalmente volvemos al punto donde la paciencia es una obligación y no una opción…
¿Por qué no aprendemos?

La única respuesta a eso es que somos necios, no aprendemos porque… no queremos aprender.
Ser pacientes nos haría más felices, gente más tranquila, entendiendo que todo llega a su tiempo y que hay un tiempo para todo (Eclesiastés 3) y que fuera del tiempo en que es el tiempo de ese tiempo: no podríamos conseguir las cosas que no pertenecen a ese tiempo sino al otro… tiempo (¡cuánto tiempo!).

Así que, la próxima vez en que te veas en una situación que requiera cierta espera: considera la paciencia una obligación y no una opción.
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Fausto Liriano • www.veldugo01.com
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Foto Cortesía de Thomas Hawk
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