“Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia,”
Deuteronomio 30:19
El jardín del Edén no parecía precisamente el lugar en el cual debían tomarse decisiones trascendentales. Puedo imaginar a Adán diciendo: “Este animal se parece mucho a aquel otro que llamé caballo, aunque es un poco mas pequeño y tiene rallas, ¿cómo le pondré? ¿raballo?… ah no, ya se, le pondré cebra, si, cebra me parece bien…”. Adán no tenía que tomar tantas decisiones tantas decisiones como nosotros. Jamás se iba a preguntar cosas como: ¿es ésta la mujer que Dios quiere para mi vida? ¿Querrá Dios que me dedique a tiempo completo a un ministerio o sigo como empresario y doy testimonio desde allí? ¿Qué carrera voy a estudiar? ¿Acepto el empleo con esta empresa transnacional o me quedo dirigiendo ésta nacional? … y la lista podría continuar con una cantidad de decisiones que de una u otra manera determinan el rumbo que nuestra vida va a tomar.
Solamente una decisión trascendental había sido puesta delante de Adán y de Eva:
“Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.” Génesis 2:16-17
La consecuencia de ésta determinaría el futuro de la humanidad entera en cuanto a vivir o morir, para siempre. Sin embargo, ¿No habría otras decisiones alrededor de ésta, que Adán pudo haber considerado? Como por ejemplo: “Voy
construir un cerco perimetral de 15 mts. de diámetro y 2 de alto para ni siquiera acercarme a ese árbol”, o “vamos a vivir lo mas lejos de éste árbol de modo que nunca pasemos cerca de él inadvertidamente”.
Hoy día, las cosas no son tan distintas. Aunque nuestra mente se ocupa de infinidad de decisiones y muchas no parecen tan importantes, sus consecuencias pueden ser de vida o muerte para nosotros, nuestro hogar y para generaciones futuras. A veces la sola decisión de tener o no Internet o tener un filtro en la computadora de tu casa puede determinar todo un futuro libre de pornografía para nuestros hijos. Tal vez la sola decisión de ni siquiera intentar cruzar palabra con una mujer que nos atrae y con la cual podríamos en algún momento llegar a tener una relación ilícita puede determinar el elegir la vida en lugar de la muerte.
Un estudiante del curso de Libertad Pura en una de sus lecciones avanzada puso una lista de 17 decisiones que tomó en su momento para elegir la vida en lugar de la muerte, algunas de ellas fueron:
- Pedí a proveedores de material pornográficos que me sacaran de sus grupos de envió por e-mail.
- Elimine todos los archivos pornográficos de mi PC.
- Termine la relación de adulterio y corte la comunicación con esta mujer en el nombre de Jesús.
- Tiré teléfonos de contactos de índole sexual.
- Me congrego con amigos cristianos durante la semana
- Confesé mi pecado a mi esposa, familiares y líderes
- Clamo cada día por la gracia de mi Dios para que me libre de pecado
- Mantengo comunicación constante con mi Señor.
- Oro por cada mujer que me atrae sexualmente, bendiciéndola y confesando que la veo como creatura de Dios y no como objeto de mi deseo.
- Clamo a Dios por mi carácter y espíritu de soberbia
- Cambie mis rutas para ir y venir del trabajo
- Leo la Palabra todos los días y medito en ella
¿Te parece exagerado? Esto es tomar decisiones que traen vida. Y tú, ¿ya consideraste hacer una lista con al menos la cuarta parte de decisiones de las aquí tomadas? Decisiones particulares que para ti impliquen elegir entre la vida y la muerte. ¿Que esperas para hacerlo? Elige vida el día de hoy. Tus decisiones no te ganan la vida, porque la vida eterna es un regalo maravilloso de Dios a través de su hijo Jesucristo, pero tus decisiones tienen poder para dirigirte o alejarte de Él, todos los días. ¡Decide vivir!
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