Un Amor Imposible de Comprender.

Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo.Gálatas 4:4.

Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.Mateo 17:5.

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Malaquías (cerca de 420 años antes de Cristo) fue el último profeta que Dios envió a su pueblo Israel, un profeta más que no fue escuchado. Este diálogo muy directo resume la relación de Dios con su pueblo: – “Yo os he amado”, dijo Dios. – “¿En qué nos amaste?”, respondió su pueblo con insolencia (Malaquías 1:2). Olvidaron cómo Dios los había guardado en todo: la liberación de la esclavitud de Egipto, la Pascua y la salvación de los primogénitos, la victoriosa travesía por el mar Rojo, los constantes cuidados de Dios durante 40 años por el desierto, el paso del Jordán, la caída de Jericó, la destrucción de sus enemigos, la conquista del país y tantos otros cuidados cotidianos.

¿Qué respondería Dios a tanta ingratitud e insolencia? ¡Nada! Durante unos cuatro siglos Dios guardó silencio y no envió más profetas.

Pero el amor de Dios triunfó sobre el desprecio y el odio. Cuando llegó el momento, Dios dijo: “¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado” (Lucas 20:13). “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor:… Dios envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10). Quizá le cueste comprender el amor de Dios en su vida. Piense que él dio a su Hijo unigénito también por usted, para librarlo del juicio, para darle un porvenir y una esperanza (véase Jeremías 29:11).


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