Un Dios de Cerca

El hombre es muy pequeño con relación a la tierra y ésta no es más que un granito de arena en el vasto universo; sin embargo el gran Dios de los cielos, Creador y Salvador, quiere ser un Dios próximo a cada uno de nosotros. En la Escritura hallamos un largo libro de cuarenta y dos capítulos, el de Job, el cual nos muestra el interés que Dios tiene por una sola persona.

Job, probado en cuanto a sus bienes, su familia y su salud comprende que Dios está detrás de todo y concluye: “He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; pasará, y no lo entenderé” (Job 9:11). Esta proximidad incomprendida llega a ser un objeto de turbación que le hace decir: “¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu mirada, y no me soltarás?” (7:19).

Pero mediante la prueba Job descubre que Dios se interesa de forma personal por él, a pesar de su insignificancia, y que es objeto de sus compasiones. Comprende la lección, entonces Dios deja de ser para él alguien lejano e impersonal, y Job puede decir: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (42:5).

Dios quiere ser para los suyos un Dios cercano, porque los ama. Si él nos conduce por circunstancias en que nos sentimos solos, podemos tener la misma experiencia que el apóstol Pablo: “Todos me desampararon… Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:16-17).

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