• Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. – Lucas 14:23.
• Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. – Hebreos 12:1.
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En 1964, Silvio K. y Valdo J., antiguos prisioneros por su fe, empezaron a ir a las cafeterías y bares de las universidades para hablar del Señor Jesús. Mientras tomaban algo, los dos hombres trataban de orientar la conversación hacia temas religiosos, a pesar de la constante vigilancia de la policía. Después de dos años aún no habían logrado encontrar a un solo joven que tuviese el valor o la curiosidad de hablar con ellos sobre la fe.
Por fin, cierto día, un joven decidió escuchar algo diferente al ateísmo que se le había inculcado oficialmente. El sábado siguiente fueron con él a dar un paseo por las montañas de Eslovaquia y le anunciaron la salvación por medio de Jesucristo, Hijo de Dios. Pronto ese estudiante trajo a un amigo y luego a dos más. Ese primer estudiante no tuvo el valor de perseverar, pero los demás permanecieron.
A lo largo de los meses y los años, los interesados se fueron multiplicando, entonces empezó una acción parecida en los institutos y luego en el medio escolar, familiar, entre los discapacitados, los marginados… A pesar de la persecución, Cristo sostiene a su Iglesia, la cuida y la ama (Efesios 5:29).
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