Un Vencedor.

CarcelSi Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?… ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?… ¿Quién nos separará del amor de Cristo?Romanos 8:31-35.

A Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús.2ª Corintios 2:14.

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Fue a parar a un calabozo de Roma. Era un anciano gastado, más debido a su incansable actividad a favor de los cristianos que por los años. Peleó “la buena batalla” de la fe; luego llegó el momento de dejar esta tierra, pues iba a morir como mártir. Podríamos pensar que estaba derrotado, pero no, ¡era un vencedor! Sin duda estaba solo, abandonado por todos. Cuando compareció por primera vez ante el emperador romano, no había nadie quien lo defendiese. Nerón, el emperador despiadado, se creía todopoderoso. Pero se equivocaba. El apóstol era ante todo un “prisionero de Jesucristo” (Filemón 9), su Maestro, cuyo carácter llevaba y quien no lo olvidaba.

Pablo relata la visita de Onesíforo: “Muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló” (2ª Timoteo 1:16-17). Lucas, “el médico amado” (Colosenses 4:14), a menudo también estaba cerca de él. Pero Pablo además dijo: “El Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2ª Timoteo 4:17). ¡No había lugar para el desánimo! Junto a él estaba Aquel que había vencido al mundo (Juan 16:33). Asociado al Vencedor, Pablo también iba a vencer y a recibir la corona. No esperaba una gracia de Nerón, pues tenía el privilegio de beneficiarse de la gracia de Dios. Su deseo pronto sería satisfecho: irse a la patria celestial y “estar con Cristo” (Filipenses 1:23).


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