Ya casi es diciembre

Ya casi es diciembre. Las decoraciones ya están en casa: pocas, pero suficientes. Ya empecé a comer más de la cuenta – y ¡faltan muchos días de festejo! Así que hay trabajo por delante. Me he propuesto que:

1. Cuando no haya fiesta, comer poco. Suficiente, nutritivo, pero poco.

2. No abrumarme con regalos, decoraciones y detalles; sino más bien disfrutar del frío, de los cielos despejados, del ambiente.

3. Separar unos minutos para pensar en lo importante, y no dejar que el consumismo me maneje.

Pero sobre todo, en esta Navidad quiero respirar hondo y contar mis bendiciones. La Navidad ciertamente puede ser una época nostálgica pues nos acordamos de los que ya no están con nosotros; pero también puede ser una época de esperanza, donde decidimos empezar de nuevo y avanzar en lo que nos toca.

Así que miro las esferas del árbol y cuento mis bendiciones: un hogar, un esposo, un hijo, unos padres, unas hermanas, unos suegros, cuñados y cuñadas, sobrinos, amigos, amigas, conocidos, conocidas, libros, revistas, sueños, ilusiones… y sigo y sigo.


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