You are not alone

En la iglesia hay hermanos con los que por diversas causas no tienes mucha afinidad, y a pesar de ello los quieres con el amor del Señor.

Uno de ellos, lleva un tiempo en la iglesia, se mudaba por diversos motivos a vivir a los EEUU, se puso en pie en la iglesia lo contó, y pidió si alguién podía ayudarle a llevar «varios baules» el lunes a primera hora. Para que nos vamos a engañar, erá lo último que me apetecía… Levanté la mano.

Y allí estaba ayer, madrugón de lunes, una hora de coche hasta su casa, y dispuesto a cargar sus tres baules en mi coche. Lo cierto es que si bien no erá mi plan de lunes-mañana, estaba sin desanimo, como os decía él no es de los miembros de mi iglesia con los que tengo mayor cercanía, pero se que es un hermano, y se que anhela agradar y servir al Señor.
Estaba también mi querido hermano Antonio, que nos acompaño al aeropuerto.

Una vez llegados allí, una desorganización tremenda, tenía que hacer un vuelo hasta Denver, pasando por Chicago. Él estaba bastante confundido, se acababa de despedir de su madre, y emprendía un viaje «complicado» que no sabe bien que le deparará. El caso es que como soy bastante vehemente y resolutivo (a veces más de la cuenta, tengo apuntado escribir de eso mañana o pasado) conseguí, despues de pelearme con un par de empleados de la compañia, resolver bastante para que la transferencia no le fuera una pesadilla (tenía solo una hora entre ambos vuelos).

Después de despedirme de él, ya erán como las 11.00 y me dirigía al coche contento de haberle sido de bendición. Y en eso el Señor que no es «deudor de nadie» ponía con su dulce voz en mi corazón: Así como tu eres de bendición para mis siervos, un día que no te puedas valer, yo pondré quien vele por ti… no por amor a tí, sino por amor a Mí.

Se me saltaban las lagrimas, ¡Que hermosa promesa! En el fondo uno ya sería tremendamente afortunado si el día de su vejez los que le aman se pueden contar con los dedos de la mano… pero que nos ayudemos, nos sirvamos unos a otros por amor a Él, sin esperar nada a cambio.

Subía en el coche, dando gracias, pensando lo increible, lo bueno que es el Señor. Y sonreía pensando que por tan hermosa promesa, no habría «levantado una mano» sino hasta los pies, no hubiera madrugado un lunes, sino todos los lunes de mi vida.

Puse la música en aleatorío, y «casualidades», esa increible canción de Karen Sheard que canta con su hija Kiki, y que me «mata» cada vez que la escucho, especialmente cuando dice: You are not alone, I hold your hand….

Lloré otra vez.

Os la dejo, para que la escucheís, esperando sea de tanta bendición como para mi:

You Loved Me (Feat. Kierra Kiki Sheard) by jaaziel

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