62- ¿PREDICAR A LOS NO CREYENTES? ¡ESTAS LOCO!

En los siglos XVII y XVIII, la idea de «evangelismo y misiones» no pasaba ni por la mente de los creyentes. La evangelización era la espada y «cuius regio, eius religio» (quién controla la región, decide la religión) era la norma. Aquí en República Dominicana se les daba un nombre «cristiano» (que quiere decir «un nombre en español» como Miguel en vez de Guacanagarix o Pablo en vez de Caonabo) a los pobres Taínos o se les mataba (¿por qué nunca le dieron un nombre cristiano a un alemán como Steichmenterbench?). Terminaron acabando con todos.

Es tal la situación que cuando William Carey (uno de los primeros misioneros a India), propuso a un grupo de ministros Bautistas, que debía discutirse la responsabilidad de los cristianos de llevar e evangelio a las naciones donde no había creyentes, uno de los pastores más viejos lo reprendió y le dijo: «Jovencito, siéntese. Cuando a Dios le de la gana de convertir a los impíos, El lo hará sin su ayuda o la mía.»

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