DAR Y RECIBIR

Con mucho respeto debo aclarar que lo que escribo no es para entrar en polémicas con nadie. Sencillamente habrá alguien que se beneficie de mis escritos y punto. La pobreza tiene una razón: no se enseña a compartir lo mucho o poco que podamos tener. No se trata de dinero. No se trata de cosas materiales. Se trata de TODO. Desde una sonrisa hasta una buena cantidad de dólares. Lo que sucede es que al pueblo cristiano no se le ha enseñado a dar. Lastimosamente a Latinoamérica se le ha llamado el patio trasero de USA, por lo que siempre ponemos la mano al norte para pedir de todo. Desde comida hasta llantas usadas. Y tristemente la iglesia evangélica también ha caído en ese síndrome. Somos pobres y qué. No nos enseñan que si somos hijos de Dios, la pobreza se convierte en una maldición. Ya, ya sé que más de alguno protestará, especialmente si no le han enseñado a dar. ¿Maldición? ¿Yo, bajo maldición? Veamos lo que dice Deuteronomio 28:15 Pero sucederá que si no obedeces al SEÑOR tu Dios, guardando todos sus mandamientos y estatutos que te ordeno hoy, vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán… usted puede leer lo que sigue. De manera que la pobreza es consecuencia de la desobediencia a la Palabra del Señor. Los cristianos no hemos comprendido a cabalidad que lo que tenemos no es nuestro. Es de Dios. No somos dueños sino mayordomos. Bueno, pero como siempre hay teólogos que dicen que Jesús vino a quitar la maldición, estos versos ya no tienen validez… Mmmmmm, muy cuestionable ese razonamiento. Y no quiero entrar en discusiones teológicas. Lo que quiero dejar plasmado aquí es que Pablo dice que si siembras poco, cosecharás poco. De igual manera, si no siembras nada, no cosecharás nada. Y Pablo era judío cien por ciento. No era latino ni europeo. Era judío de pura cepa. Así que si alguien entendió perfectamente el asunto del dar fue él. Y lo enseñó impecablemente en sus cartas. Creo que la Iglesia le ha fallado a Dios, al pueblo y al país. La cantidad de evangélicos pobres que hay en las barriadas, en los cantones y en la misma ciudad hablan de lo poco que se ha enseñado a ese pueblo a dar. Jesús dijo que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros, pero no somos nosotros, son los que no conocen la Palabra de Dios que es la que nos enriquece. Me han juzgado que solo de dinero hablo… Craso error. Hablo más de santidad que de dinero. La santidad, según Deuteronomio, es obedecer la Palabra, es sujetarme a ella, es rendir mis razonamientos y dejar que ella haga los cambios dentro de mi corazón. Entonces empezaré a ser rico. Rico en Palabra. Rico en principios. Rico en espíritu. Rico en carácter. Rico en humildad… y, como ganancia, rico en medio de los pobres… No estoy hablando ni pensando en pantallas plasma. No estoy pensando en casas de lujo ni en carros último modelo. Todo eso y más son añadiduras… Estoy hablando de obediencia pura… y como resultado, la bendición material… De todas maneras le dejo lo que piensa el rab Yehuda Berg: «Dar y recibir es el propósito de tu existencia. Tu capacidad de recibir está determinada por cuánto compartes».


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