«Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y conoció su condición» Génesis 2:23-25
El pueblo hebreo creció en Egipto a tal punto que el rey de Egitpo tuvo miedo de que se rebelaran y los convirtió en esclavos: «Y los egipcios hicieron servir a los hijos de israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor» Génesis1:13-14
Era tal el temor del rey egipcio para con el pueblo judío que tomó una decisión «Entonces faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida» Génesis 1:22
En medio de esta esclavitud, el pueblo de israel sufría y gemía. Aún sin elevar su clamor directo al cielo, sus voces llegaron al trono de Dios.
Me llama la atención dos cosas, primero dice el pasaje que Dios «se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob» Génesis 2:24 ¿Acaso Dios olvida sus promesas? ¿Acaso a Dios olvida sus pactos con el hombre? Pienso que esta expresión se refiere más bien a que cuando Dios miraba a los hebreos, enseguida pensaba en el pacto que tenía con ellos. Así pues, Dios nos ve a nosotros y enseguida piensa en el pacto que tiene con sus hijos, con aquellos que han creído y confesado que Jesucristo es el señor.
Dios luego miró al pueblo y conoció su condición, asimismo, Dios conoce nuestra situación, el conoce nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros anhelos, nuestras debilidades.
Así que la próxima vez que me sienta angustiado… debo recordar que Dios siempre me escucha
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