El otro día alguien me llamó y me preguntó: “Cómo es
posible que hayamos sido elegidos, y a pesar de eso tengamos que anunciar el Evangelio
a los perdidos, para que sean añadidos y lleguen a ser hijos de Dios?“ Citó
como fundamento de su pregunta el pasaje de Efesios 1:4: “Según nos escogió
en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él, en amor
Editorial: ¿Predestinados para Condenación?
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