El taxista se bajó del carro y me preguntó: ¿Me puedo quedar aquí? es que me quedé sin gasolina. Le respondí que no había problema. Entonces corrió a su baúl y sacó un bote con capacidad para un galón. ¡No lo podía creer! Había planificado para el fracaso. Probablemente un día se dijo: “Por si me quedo sin gasolina, voy a guardar en el baúl un bote con capacidad de un galón, así sólo camino un par de kilómetros a la gasolinera más cercana y listo”.
¿Has visto que la mayoría de los que se quedan sin gasolina siempre caminan con un bote en la mano? Son planificadores irresponsables. ¡Increíble! este taxista planificó pero para el fracaso. No planificó para no fracasar, sino para fracasar y reaccionar. No debía planificar qué haría si un día se quedaba sin gasolina, debía planificar qué hacer o qué establecer como parte de su rutina para nunca jamás quedarse sin gasolina. Esto hubiera sido planificar para el éxito.
¿Estás planificando para cuando fracasés o para no fracasar? Dos mundos, dos consecuencias.
¿Qué debés empezar a planificar en tu vida para que te vaya bien?
“Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!” Proverbios 21:5 NVI
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