Tu procedimiento no es el correcto, pues os agotaréis tú y toda esa gente, la tarea sobrepasa tus posibilidades y no puedes despacharla tú sólo.
El capítulo 18 del libro de Éxodo es un tesoro para cualquier líder, sea el que sea el campo en el que desarrolle su actividad, tanto en el ámbito de la iglesia como en el de los negocios. Es un texto lleno de reflexiones sobre el buen liderazgo y, consecuentemente, es imposible en tan breve espacio tratarlos todos ellos y se requiere, necesariamente, escoger.
Me ha llamado poderosamente la atención el principio de la necesidad que tiene todo líder de recibir retroalimentación acerca de la forma en que lleva a cabo su tarea. Todos tenemos puntos ciegos, aspectos de la realidad que son visibles a muchos de los que no rodean, pero de los cuales nosotros somos totalmente ignorantes y no los percibimos. Como nos indica este pasaje, esos puntos ciegos pueden dañarnos a nosotros mismos, a la gente que dirigimos y también a la función que estamos llamados a desempeñar. Todo lo anteriormente dicho hace imprescindible para todo líder recibir de forma continuada retroalimentación honesta y de calidad.
Dice el versículo 25 de este capítulo que Moisés atendió el consejo de su suegro y lo llevó a la práctica. Todos necesitamos retroalimentación pero no todos estamos dispuestos a recibirla. Hace falta humildad y grandeza de espíritu para aceptar lo que otros tengan a decir sobre nuestra vida o nuestro trabajo, recibirlo, valorarlo y ponerlo en práctica introduciendo cambios si fuera necesario.
Muchos líderes reaccionan matando al mensajero, atacando a aquel que les da una retroalimentación y les hace ver puntos que no habían visto. Muchos líderes se toman la retroalimentación como una cosa personal, como un ataque a ellos mismos y no como una posibilidad de mejora. No todos reaccionan como Moisés, pero claro, de él se decía que era el hombre más humilde que existía.
Deja una respuesta