ÉXODO PARTE I/LA SALIDA DE EGIPTO/CAPÍTULO 13

Y dijo Moisés al pueblo: -Recordad siempre este día, en el cual fuisteis liberados de la esclavitud de Egipto, porque el poder del Señor ha sido el que os ha sacado de aquí. Por eso no comeréis pan fermentado.

Este capítulo, el número trece, está lleno de contenido de gran significado. Narra la salida de Egipto y cómo el Señor establece dos símbolos -los panes sin levadura y la consagración de los primeros hijos- para que no olviden ese evento tan significativo en sus vidas, en su historia como pueblo. El capítulo catorce nos enseñará que tan sólo unos días después ya lo habían olvidado lo cual, en mi opinión, refuerza la necesidad y sabiduría del símbolo. La Biblia, se la leemos bien, está llena de los mismos.

Desde siempre la iglesia cristiana ha visto en el Éxodo una metáfora de la propia salvación. Dejamos Egipto -la vida la margen de Dios- y nos encaminamos hacia la tierra prometida -la vida plena en la presencia del Señor- pero mientras tanto hemos de pasar el desierto y allí vienen pruebas, problemas, dificultades y, seamos honestos, no es difícil perderse totalmente. Aquí es donde cobran valor los símbolos que nos permiten regresar, no físicamente, sino espiritualmente, al lugar de donde salimos, recordarlo y recobrar las fuerzas para seguir adelante. Los símbolos tienen como finalidad hacernos parar cuando estamos estresados o bien darnos orientación cuando estamos perdidos.

Al leer esto he pensado que yo quiero tener mi símbolo que me ayude a recordar que, a pesar de la miseria de ser humano que soy, Dios ha tenido a bien tomar forma humana para transformarme y hacerme semejante a Él ¡Y en eso estamos! Quiero un símbolo que sea para mí fuente de inspiración, motivación, reflexión. No quiero que se convierta en un legalismo, sino más bien en fuente de vida. 

He decidido prescindir de la comida -almuerzo en otras latitudes- del día lunes. No para mortificar el cuerpo, sino para dedicar ese tiempo a recordar quién soy, de dónde vengo, hacia dónde voy y qué precio se ha tenido que pagar por todo ello. Quiero dedicarlo a honrar al Señor que me liberó. Soy consciente que eso no me hará más santo, no aportará ningún mérito en mi relación con Jesús ni en mi seguimiento del Maestro. Sé, sin embargo, que me puede ayudar a ser más reflexivo, a estar más centrado y si algo preciso en este momento de mi vida es reflexión para no perder el rumbo.

Te quiero invitar a que encuentres tu propio símbolo y, si te animas a hacerlo, me digas cuál has decidido que sea. Siempre hay un poder extraño en verbalizar las cosas. Piénsalo bien, medita en el significado, haz algo que te ayude a no olvidar que fue el Señor quien te trajo hasta aquí.

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