Increíble, pero cierto


No quiero que leas esto hasta que seas mucho mayor. Es terrible lo que sucedió, pero cierto:

Federico II de Prusia decidió realizar un experimento para lograr soldados perfectos. Instaló un hospital perfecto. Eligió a cincuenta bebés para que vivieran ahí. ¿Dónde estaban sus madres? ¿Qué opinaron? Un grupo de enfermeros y enfermeras tenían la obligación de alimentar, asear y vigilar a estos bebés. Pero existía la orden absoluta de que nadie les diera la más mínima muestra de cariño, ni siquiera con el tono de voz. ¿El resultado? Todos los bebés fallecieron.
Esto origina el concepto llamado «hospitalismo de Spitz». Spitz observó que la tasa de mortalidad se eleva entre los neonatos que carecen de estímulos benignos, como cuando son aislados de sus madres por enfermedad.
Doy gracias a Dios porque me permitieron acariciarte, hablarte, besarte en esos días de hospitalización. Y me hago mil preguntas: ¿Qué pensaron las madres de esos bebés? ¿Qué sintió Federico II al dejar morir a cincuenta bebés? Curiosamente, Federico moriría sin dejar herederos.
Solo susurro…



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