JUAN 16. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 9

1 Los fariseos se enteraron de que el número de seguidores de Jesús aumentaba cada día más, y de que Jesús bautizaba más que Juan el Bautista.2 En realidad, los que bautizaban eran los discípulos, y no Jesús. 3 Cuando Jesús se dio cuenta de que los fariseos se habían enterado de eso, salió de la región de Judea y regresó a Galilea.4 En el viaje, tenía que pasar por Samaria.5 En esa región llegó a un pueblo llamado Sicar. Cerca de allí había un pozo de agua que hacía mucho tiempo había pertenecido a Jacob. Cuando Jacob murió, el nuevo dueño del terreno donde estaba ese pozo fue su hijo José. 6 Eran como las doce del día, y Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la orilla del pozo,7-8 mientras los discípulos iban al pueblo a comprar comida.En eso, una mujer de Samaria llegó a sacar agua del pozo. Jesús le dijo a la mujer: —Dame un poco de agua. 9 Como los judíos no se llevaban bien con los de Samaria, la mujer le preguntó:–¡Pero si usted es judío! ¿Cómo es que me pide agua a mí, que soy samaritana?

Este pasaje es muy interesante para mostrar como Jesús rompía todo tipo de barreras y convencionalismos culturales, sociales y religiosos en su afán de llegar a las personas y encontrarse con ellas en su necesidad.

En primer lugar, para ir de Judea, en el sur, a Galilea, en el norte, los judíos evitaban a toda costa pasar por el centro, Samaria. Los judíos despreciaban y consideraban inferiores a los samaritanos. Referirse a alguien como samaritano era un insulto y una muestra de desprecio. Los judíos religiosos preferían ir por territorio pagano cruzando para ello a la otra orilla del Jordán antes que tener que atravesar la región de Samaria. Jesús fue intencional escogiendo el camino samaritano y con ello estaba rompiendo un tabú y barrera cultural y expresando que no hay gente que sea despreciable por motivos raciales.

En segundo lugar, Jesús se dirige a una mujer samaritana y le expresa su necesidad de agua. Para nosotros, occidentales y viviendo en el siglo XXI nos parece la cosa más normal del mundo. No era así en aquella época. Un hombre nunca se dirigía la palabra a una mujer que se encontraba sola. Mucho menos si era samaritana, raza despreciada, y era una mujer de mala reputación. Jesús rompe otra barrera a fin de acercarse a la gente, la barrera del género.

En tercer lugar, Jesús no tiene inconveniente en poner en juego su reputación entablando conversación con una mujer, como decía antes, de mala reputación. Las mujeres, en el próximo oriente, salían en grupo a recoger agua del pozo para salvaguardar su honra. El hecho, dicen los comentaristas culturales, que lo hiciera en solitario probaba su mala reputación como mujer de vida alegre. De nuevo, Jesús, rompe otra barrera, la de la moralidad, para entrar en contacto con alguien necesitado.

Para mi la lección de Jesús es clara. Hay que superar tabús culturales, sociales, de género e incluso morales en nuestro esfuerzo por llegar a las personas en necesidad y que estás puedan conocer a Jesús. Me doy cuenta que, demasiado a menudo, me muevo en la comodidad de mis círculos, manteniendo una distancia prudente y segura de los que son diferentes a fin de no tener que pasar la violencia o la tensión de superar las barreras para llegar a ellos con Jesús.

Un principio

Superar las barreras de todo tipo para llegar a Jesús con las personas.


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