JUAN 40. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 33

Juan 8:12-20

12 Jesús volvió a hablarle a la gente:

–Yo soy la luz que alumbra a todos los que viven en este mundo. Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la luz que les da vida.

13 Los fariseos le dijeron:

–Tú te estás alabando a ti mismo. ¿Cómo sabremos que dices la verdad?

14 Jesús les respondió:

–Aunque hable bien de mí, lo que digo es cierto. Porque yo sé de dónde vine, y a dónde voy; sin embargo, ustedes no lo saben.15 Ustedes juzgan como todos los demás, pero yo no juzgo a nadie.16 Si lo hiciera, juzgaría de acuerdo a la verdad, porque no juzgo yo solo. Mi Padre, quien me envió, juzga conmigo.17 La ley de ustedes dice que se necesitan dos testigos para probar que algo es verdad.18 Pues bien, yo hablo bien de mí mismo; y mi Padre, quien me envió, también habla bien de mí.

19 Entonces le preguntaron:

–¿Dónde está tu padre?

Jesús les respondió:

–Si me conocieran, conocerían a mi Padre. Pero como no me conocen, tampoco a él lo conocen.

20 Jesús dijo todo esto mientras enseñaba en el templo, en el lugar donde se ponen las ofrendas. Pero nadie se lo llevó preso, porque no había llegado el momento de que todos supieran quién era él realmente.

Al leer este pasaje lo que de forma natural ha llamado mi atención ha sido la afirmación de Jesús de que Él es la luz del mundo.

Las tinieblas me hacen pensar en miedo, inseguridad, desorientación, falta de dirección, confusión, parálisis y muchas otras cosas. Situaciones, estados de ánimo, circunstancias que todos hemos vivido, estamos viviendo o viviremos.

Jesús promete traer luz a todas esas situaciones, no eliminarlas. Promete su presencia clarificadora, reconfortante, animadora, directora, pero nunca ha prometido que nuestra vida será fácil y carente de las circunstancias difíciles por las que atraviesa cualquier ser humano.

Sin embargo, hoy puedo experimentar la luz clarificadora y que trae seguridad de Jesús en medio de mi vida y las presiones que conlleva.

Un principio

Deja que Jesús traiga luz a las tinieblas de la vida cotidiana.


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