JUAN 43. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 36.

Juan 8:33-41

33 Ellos le contestaron:

–Nosotros somos descendientes de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices que seremos libres?

34-36 Jesús les respondió:

–Ningún esclavo se queda para siempre con la familia para la cual trabaja. El hijo de la familia sí se queda para siempre, y si él quiere puede dejar en libertad al esclavo. Les aseguro que cualquiera que peca es esclavo del pecado. Por eso, si yo, el Hijo de Dios, les perdono sus pecados, serán libres de verdad.

37 «Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero quieren matarme porque no aceptan mis enseñanzas.38 Yo sólo les digo lo que mi Padre me ha enseñado. Ustedes, en cambio, hacen lo que les ha enseñado su padre.

39 Ellos le dijeron:

–¡Nuestro padre es Abraham!

Entonces Jesús les contestó:

–Si en verdad ustedes fueran descendientes de Abraham, harían lo que él hizo.40 Pero yo les he dicho la verdad que he escuchado de Dios, y ustedes quieren matarme. ¡Abraham nunca hizo algo así!41 Pero ustedes hacen exactamente lo mismo que hace su padre.

Este pasaje es continuación del mismo diálogo entre Jesús y sus oponentes, probablemente los dirigentes religiosos de Israel. A pesar de que todo el pasaje parece confuso es fácil seguirlo porque se articula alrededor de las afirmaciones de Jesús, la réplica de sus oponentes, nuevos comentarios del Maestro y así sucesivamente.

La afirmación de Jesús en estos versículos es doble y contundente. Todo aquel que practica el pecado se convierte en un esclavo del pecado y sólo Jesús puede darnos la libertad auténtica.

La realidad confirma de forma clara el hecho de que el pecado tiene un increíble poder para esclavizar a aquel que lo practica. El pecado ofrece libertad, esta es la paradoja, apella a mi libertad para que opte por él para luego esclavizarme de la forma más vil y miserable. Usando nuestra libertad nos convertimos en esclavos.

Optar por el pecado es entrar en una espiral de miseria, degradación y más esclavitud. Como cualquier adicción, a pesar de ser autodestructiva, uno no puede substraerse a la mortal atracción y continua y continua sometiéndose a ella.

La única opción posible es que Jesús nos haga libre. Es reconocer nuestro lamentable estado y dirigirnos a Él en busca de perdón, consuelo, acogida y ayuda.

Un principio

El pecado tiene un increíble poder para esclavizarnos.


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