JUAN 73. LOS ÚLTIMOS DÍAS EN JERUSALÉN 10

Juan 15:9-17

9 Así como el Padre me ama a mí, también yo los amo a ustedes. No se alejen de mi amor.10 Si

obedecen todo lo que yo les he mandado, los amaré siempre, así como mi Padre me ama, porque yo lo obedezco en todo.

11 «Les digo todo esto para que sean tan felices como yo.12 Y esto es lo que les mando: que se amen unos a otros, así como yo los amo a ustedes.13 Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos.14 Ustedes son mis amigos, si hacen lo que les mando.15 Ya no los llamo sirvientes, porque un sirviente no sabe lo que hace su jefe. Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre.

16 «Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como ramas que siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi nombre.17 Esto les ordeno: Que se amen unos a otros.

Hay una experiencia que se repetía una y otra vez cuando era niño, ya fuera en el colegio o cuando jugábamos en la calle a fútbol o baloncesto. Yo sobresalía, no precisamente por mis habilidades deportivas, antes al contrario, lo hacia por mi carencia de las mismas. Para el equipo con quien jugara no representaría un refuerzo, antes bien, en el mejor de los casos, una nulidad.

Los dos chicos que mejor jugaban eran los capitanes de los dos equipos y por turnos, cada uno de ellos, iban escogiendo a los jugadores que se unirían y jugarían con ellos. Naturalmente, siempre escogían a los mejores disponibles hasta que los buenos jugadores se iban acabando. Después pasaban a los regulares y, finalmente, quedaban los malos, es decir aquellos que nadie querían y que no eran escogidos por ninguno de los capitanes, simplemente quedaban y había que cargar con ellos. Esa fue mi experiencia, no recuerdo que nunca nadie me escogiera, recuerdo muy bien siendo dejado y la cara de resignación del pobre capitán que tenía que cargar conmigo porque ya no había más remedio.

Por eso, las palabras de Jesús, son tan significativas para mí. El Maestro afirma que no he sido yo quien le escogió a Él, antes al contrario, ha sido Él quien me ha escogido a mí. Pudiendo haberlo hecho con muchos otros, es la primera vez en mi vida que alguien decide escogerme a mí. Por eso, las palabras de Jesús en este pasaje del evangelio son tan significativas, pues demuestran que Jesús de forma intencional, consciente, voluntaria ha decidido, contra todo pronóstico, escogernos a nosotros.

Un principio

Contra todo pronóstico Jesús ha decidido escogernos a nosotros.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.