La debilidad de Sansón

«Si no araseis con mi novilla, nunca hubierais descubierto mi enigma» Jueces 14:18b

Sansón fue un hombre escogido por Dios aún desde antes de nacer para juzgar al pueblo hebreo. Antes de nacer un ángel de Dios apareció a su madre diciéndole «He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte» (Jueces 13:7) Y es por eso que al crecer «El espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol» (Jueces 13:25)

Sin embargo  Sansón presentó un problema: ¡tenía debilidad por las mujeres! Quizo casarse con una mujer filistea, un pueblo enemigo de Israel y en vez de escuchar el consejo de su padre «¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?» (Jueces 14:3) siguió adelante con su deseo.

Es importante destacar que muchas veces Dios utiliza aún nuestras malas decisiones para glorificarse «Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de Jehová, porque él buscaba ocasión contra los filisteos; pues en aquel tiempo los filisteos dominaban sobre Israel» (Jueces 14:4)

En una ocasión Sansón propuso un enigma a los compañeros de su nueva esposa, si lo contestaban en siete días el daría treinta vestidos de lino y treinta de fiesta y si no lo contestaban ellos darían a Sansón el botín. Lo cierto es que estos jovenes no tenían idea de la respuesta del enigma así que utilizaron la debilidad de Sansón: su mujera.

«Y lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo: Solamente me aborreces, y no me amas, pues no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo» (Jueces 14:16) ¡Que peligrosas pueden ser las palabras de una mujer! Por eso debemos tener mucho cuidado a la hora de escoger a nuestra compañera de vida, porque esa elección puede significar vida o muerte. Porque no hay duda de que la mujer puede influenciar fuertemente en el hombre, y llevarlo a hacer cosas que en otras condiciones, o estando sólo, seguramente no haría

«Y ella lloró en presencia de él los siete días que ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él se lo declaró, porque le presionaba; y ella lo declaró a los hijos de su pueblo» (Jueces 14:17)


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