La Novia se ha Preparado

“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía:

¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!

Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.” (Apocalipsis 19: 6.7).

El apóstol Juan, desterrado a la isla de Patmos, miró por el telescopio profético los Acontecimientos de los últimos tiempos y vio a la Iglesia, que representa la novia de Jesucristo, dispuesta para las bodas del Cordero. Dios concedió esta maravillosa visión a su siervo, hace ya casi dos mil años.

Ese día aún no ha llegado pero Él nos ha reunido, como miembros de la unidad del Cuerpo de Cristo, en este lugar con el propósito de prepararnos para este encuentro glorioso. Lo más importante, en la mente de Dios, es el llamamiento a su Iglesia global, de cada raza, de cada nación, de cada lengua y cultura, para ir sacándola de la corrupción de este mundo y establecer una iglesia pura, sin mancha y sin arrugas. Los que habéis escuchado la voz de Dios y acudido a su invitación:

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba…” (Juan 7:37)

Somos parte de esa Iglesia. Has venido y gustado que el Señor es bueno, tienes el honor de ser de los llamados, elegidos y predestinados y no hay mayor privilegio, que ser llamado por Dios.

Si conoces al Señor, valorarás que todo lo que sucede en tu vida y en la vida corporal de la iglesia universal, obra para bien con la intención de purificar su novia para desposarla, sin inmundicia ni contaminación. Es el anhelo de Dios y lo está haciendo:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

En la epístola de Efesios leemos: “…Cristo amó a la iglesia, y se entregó a si mismo por ella…” ¿Para qué? “…para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra a fin de presentársela a si mismo una iglesia gloriosa…” (Efesios 5: 25.27).

No estamos viendo con nuestros ojos esa Iglesia gloriosa, sino, más bien una iglesia empobrecida, impura, débil, en donde hay contiendas y disensiones, arrastrada por vientos de doctrina. Sin embargo, es el plan de Dios, por lo cual Él aseguró al apóstol Pedro, levantaré mi Iglesia “

…y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella…” (Mateo 16:18).

Por tanto: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho”. (Isaías 53:11)

Dios ha provisto la predicación de su Palabra, para santificar su Iglesia. Jesús dijo a sus discípulos:

“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. (Juan 15:3).

Somos limpios cuando recibimos la palabra con gozo y decidimos obedecerla y ponerla por obra. Jesucristo declaró:

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.” (Mateo 7:24)

“Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena.”(Mateo 7:26).

Cristo está rescatando y separando a su Iglesia, de las contaminaciones del mundo y de la carne, para perfeccionarla, por medio del lavacro de su palabra escrita.

Debemos estar preparados, como Iglesia, antes de presentarnos delante de Dios.

La historia de la reina Ester, en el capítulo dos, nos cuenta como estuvo acicalándose, es decir, purificándose durante doce meses, para ir ante el rey Asuero. Seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres, hasta que su cuerpo entero se impregno de esas fragancias. (Ester 2:12).

Dios, en ocasiones, nos sumerge en el “baño de mirra” para enterrar la vieja naturaleza y exhalar el olor fragante del sacrificio vivo y así repudiar la hediondez de la carne. “

…pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado…” (1ª Pedro 4:1).

La iglesia de Corintio, aun siendo una congregación llena de dones, que hablaban mucho en lenguas y profetizaban, era carnal y una iglesia carnal, huele mal. La carnalidad se delata en la conversación, en los gestos, en la indumentaria, en las discordias y las motivaciones, en definitiva, se pone al descubierto en el aspecto y en la conducta de la persona.

También, tenemos el relato de la mujer, que quebró el frasco de alabastro de esencia de nardo puro, de mucho valor y lo derramó sobre la cabeza de Jesús y con lágrimas regaba y besaba sus pies y los ungía con el perfume. Algunos discípulos se indignaron y dijeron:

“¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella. Pero Jesús dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho”. (Marcos 14:6)

Este perfume aromático significa el sacrificio de la novia y es costosísimo. La Biblia nos habla de sufrimiento porque somos llamados no solamente a creer en Él, sino también a sufrir por su causa.

“Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (Filipenses 1:29)

¿Deseas tener olor fragante para tu Amado?

Pues conlleva un alto precio. ¿Cuánto vale? Dios nos lo dice y las instrucciones son muy precisas:

“…no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová” (Isaías 58:13.14).

Dios nos ha creado, no sólo para servirle, sino también para gozarnos en su presencia y tener por sumo regocijo caminar con Él.

Muchos de vosotros no os deleitáis en el Señor porque estáis en vuestros propios caminos e intereses, buscáis vuestra voluntad parar sacar provecho y habláis vuestras propias palabras. Hablar es fácil, lo difícil es callar. Numerosas iglesias, han sufrido divisiones por no refrenar la lengua y rendiremos cuentas a Dios de todo ello, de cada palabra vana y discusión ociosa. En esta carta San Pablo nos dice:

Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”. (1ª Corintios 11:29).

El pan y el vino son los símbolos para celebrar la Cena del Señor, y recordar su muerte expiatoria hasta que Él venga.

¿Pero, por qué Pablo llamó a la Iglesia el Cuerpo de Cristo?

Es porque vio que Cristo vive y está en la iglesia y que tocando a los miembros del Cuerpo, tocaba también a Cristo. Si se pierde el temor de Dios causando problemas, enemistades y destrucción a la iglesia, por envidias y habladurías, no discerniendo el Cuerpo, juicio se trae para sí. La Iglesia es una sola cosa con Jesucristo.

El apóstol Pedro advierte, que no nos sorprendamos cuando Dios pide sacrificar algo por Él.

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese” (1ª Pedro 4:12).

Así pues, la novia está adornada, después de doce meses de sufrimiento y abnegación, ha cumplido con sus preparativos. Está limpia, perfumada, engalanada

y otra cosa más: está enamorada.

“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5).

Este es el principal mandamiento pero ¿quién puede cumplirlo? A lo largo de la historia de la humanidad, el adulterio espiritual es una práctica constante, mejor dicho, yéndose detrás de otros dioses y violando la ley de Dios:

“No tendrás dioses ajenos delante de mí.”. (Deuteronomio 5:7)

Que terrible es el adulterio y que cruel es el estar casado con alguien que continuamente mira a otros. Dios nos dice: “¡basta ya de miraditas!”. Fijemos nuestros ojos en Él. En esta dispensación de la gracia, el Espíritu Santo derrama el amor de Dios en nuestros corazones, si no ¿cómo podríamos amar? porque de nuestro corazón no sale nada bueno. Le podemos amar, porque Él nos amo primero. Cristo es la cabeza de la Iglesia, permite que Él vierta su amor en ti, y como fiel Prometida, ten ojos sólo para tu Amado.

Cada vez que hacemos una obra de caridad, entretejemos apaciblemente el vestido de lino fino, limpio, que por la gracia de Dios, nos es concedido, que son nuestras acciones justas, obras de amor y de obediencia. Frecuentemente, ponemos mucho énfasis, en que por gracia somos salvos por medio de la fe, no por obras, pero la Biblia también nos enseña que:

“…somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. (Efesios 2:10).

Que nuestra prioridad sea ataviarnos con estas vestiduras y recordar las palabras de Jesús:

“¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”” (Lucas 2:49).

Dios ha dado los cinco ministerios:

“…para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina.” (Efesios 4:12.14).

Por lo cual, Cristo viene, por una iglesia con carácter firme y maduro, que aprende de la laboriosidad e integridad de la mujer virtuosa, descrita en Proverbios 31. Sus manos no están vacías, está ocupada sirviendo, cosechando en la obra del Señor.

“Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.” (Lucas 12:43)

La novia de Cristo se guarda en santidad para Él, la pureza es parte de la preparación para su compromiso. Se protege de la perversión de este mundo, tiene una moral intachable. Se vestirá de blanco, por dentro y por fuera, porque es purificada mediante el lavamiento del agua por la palabra del Señor y santificada por la sangre del Cordero.

No tiene miedo de la voz de su Amado y ama su presencia. Huimos de la voz de Dios, cuando hay pecado en nuestras vidas, como hicieron Adán y Eva. Seamos como el pequeño Samuel que dijo:

“Habla, porque tu siervo oye”. (1ª Samuel 3:10).

¿Cómo podemos aguardar el gozo de la eternidad con Dios, si ahora, ni siquiera abrimos la Biblia, para saber lo que Él nos quiere decir?

…… Es incoherente…..

Por lo tanto, es una esposa sin mancha, pura, santa delante de Dios, llena del Espíritu Santo, resplandece y espera expectante y feliz su regreso.

“Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” (Mateo 25:6).

Desgraciadamente, muchas mujeres no tienen la alegría de recibir a sus maridos, porque son víctimas de malos tratos e insultos. El pavor que sufren,al oírlos llegar, es tan grande, que empiezan a temblar. Llevo en mi corazón la carga y la compasión que Dios da por estas mujeres que soportan, día tras día, la violencia y el abuso de sus cónyuges y debemos hacer algo.

La boda está lista para los que se han preparado para ella. El Señor declara que “…su esposa se ha preparado…”. También, nosotros nos tenemos que preparar, velar, estar atentos al peligro y no dormir.

“Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”. (Marcos 13:33).

Los ministros de Dios, tampoco estamos exentos del “sueño espiritual”, somos tan débiles, frágiles y vulnerables a los ataques del enemigo como cualquiera.

Quiero estar vigilante, no quiero cabecear ni adormecerme.

¡Despiértame, Señor!

El clamor y el deseo de mi corazón, es escuchar tu voz y andar contigo. Saber dónde estás tú y dónde estoy yo. Pablo nos exhorta a despertar:

“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño”. (Romanos 13:11).

La medianoche ágilmente se acerca, la higuera ha comenzado a florecer y en cualquier momento el novio puede venir a por su novia:

“…estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”. (Lucas 12: 40).

No obstante, muchos creyentes se han acomodado y lo que menos hacen es prepararse y pensar en su venida, están cayendo en una somnolencia profunda diciendo:

“Señor, espera un poco, déjame disfrutar. Pues aún no me he casado, no he comprado el último modelo de coche, no he estrenado los muebles…”

“Guarda, ¿qué de la noche? El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche” (Isaías 21:11.12).

La noche viene, cuando Satanás esté reinando y el terrible león rugiendo, apresando a sus víctimas. Se aproximan tiempos de oscuridad, tinieblas, oposición y persecución.

Cristo regresará en ese momento en que la iglesia suplique:

¡Señor, sácanos de aquí!

Debemos hacer provisión de aceite suficiente, disponiéndonos diariamente para la llegada del Esposo. Jesús dice:

“La noche viene, cuando nadie puede trabajar”. (Juan 9:4).

El tiempo de su venida es inesperado y sólo si nuestras lámparas están encendidas podremos entrar a la fiesta con Él y celebrar el banquete de las bodas del Cordero.

“Más si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles”.(Lucas 12:45.46).

Qué nadie nos engañe tocante a la venida de nuestro Señor y discernamos los

tiempos, el juicio, y la urgencia de prepararnos. “…el día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (2ª Pedro 3:10).

“Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen”. (1ª Corintios 11:30).

¿Estás dormido espiritualmente? Así dice el Señor:

“Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sión.” (Isaías 52:1)

Vístete de poder iglesia. Recibiréis poder después que el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros y me seréis testigos. Aunque algunos no pueden ni abrir sus bocas

para testificar a las almas.

¿Dónde está el poder de la iglesia primitiva?

¿Y el poder de la sombra de Pedro que sanaba a los enfermos y expulsaba los demonios?

¿Dónde está?

Esto tiene que volver. La iglesia no tiene que ser bendecida únicamente cuando nos congregamos, sino que debe ser permanentemente una iglesia moviéndose en el poder del Espíritu Santo para afectar a la sociedad. Ahora, ocurre todo lo contrario, la sal en nuestras vidas se ha desvanecido tanto que la inmoralidad y carnalidad de la sociedad nos está corrompiendo e infiltrándose en la iglesia; perdiendo su unción

y su capacidad para ejercer influencia sobre el mundo.

El Señor mismo nos promete que vendrá a por los que aman su venida.

“…vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:3)

El señor viene, está acercándose.

¿Estás listo?…… ¿Estás preparado para ese día?

“Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven”. (Cantares 2:10)

PREPÁRATE IGLESIA PARA ENCONTRARTE CON TU AMADO

“…Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”. (Apocalipsis 19: 9)

Daniel Del Vecchio


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