PARA QUÉ ESTAMOS AQUI…

Cada vez que estudio algo en la Palabra de Dios me convenzo de una sola cosa: Estoy aquí para mejorar la vida de alguien. No siempre lo logro. Como me dijo un pastor hace años: cuando nosotros los hombres metemos las manos en lo que Dios quiere hacer, lo echamos a perder. Triste pero cierto. Y es que, a pesar de mis imperfecciones personales, debo tener siempre presente que a todos aquellos que se cruzan en mi caminar diario, les debo algo: tengo la obligación de buscar su bienestar…
Porque… ¿cual si no es el propósito de mi visita a esta tierra? ¿Para qué me sacó el Señor de Guatemala y me trasplantó a este bello país? Cuando estudio la razón del matrimonio aprendo muchísimo sobre las relaciones interpersonales y llego a esa conclusión… Los demás esperan algo bueno de mi. Sin importar su condición financiera, sin importar su condición espiritual, sin importar su condición cultural. Yo tengo algo que ellos necesitan. Es exactamente como el matrimonio: yo tengo virtudes que le hacen falta a mi esposa y viceversa. Aunque, para ser sinceros, ella tiene muchas más que yo. Ella es mujer, por lo tanto, y como una bofetada a mi orgullo machista, puede utilizar los dos lóbulos cerebrales. Yo solo uno. Si no lo cree, obsérvelas cuando manejan sus vehículos en las calles de la ciudad… manejan, se maquillan y hablan por celular. Todo al mismo tiempo. Si aún no lo cree, vea como hablan por teléfono, cocinan y, si usted está hablando por otro teléfono están escuchando lo que usted dice. ¿Cómo lo hacen? ¡Vaya usted a saber! pero lo hacen. Tienen unas virtudes admirables. Pero, por sobre todo, el privilegio de tener esposa es que están no solo para tener hijos, no solo para cuidar la casa, están especialmente para cuidarnos, para mejorarnos y para lograr que cambiemos las cosas de niños que aún nos quedan.
Pregúntele a cualquier hombre casado y verá que la única mujer que puede corregirle sus defectos es la esposa. Además de cuidar y educar a los hijos, aún tiene tiempo para cuidar y educar al esposo. Ahora bien, la pregunta del millón es ¿por qué es así? Por lo mismo que estoy escribiendo este artículo. Porque quiero compartir con usted el hecho de saber para qué estamos aquí y ahora. Es para lograr que otros mejoren sus áreas feas y grises. Debemos hacer lo imposible para que aquellos a quienes El Creador pone en nuestra ruta no queden igual que como los encontramos. En eso consiste el vivir. Hacer que a quienes amo se les quiten las aristas feas de sus caracteres y dejarlos mejor que como estaban. Y, de rebote, que yo no quede igual que como en hallaron. ¿Acaso no es eso lo que hace Jesús? Nos saca del muladar. Nos saca del fango. Nos rescata del hoyo. Y nos empieza a mejorar. Poco a poco va logrando lo imposible para nosotros. Al final usted verá un producto totalmente diferente de lo que Él encontró. Todo porque nos amó. ¡Ah! y de paso, nos enseña a amar…
En consecuencia, tiene que preguntarse a usted mismo: ¿Por qué estoy en esto? Relaciones, riesgos en los negocios, prácticas espirituales, hacer nuevas conexiones, ¿cuáles son sus intenciones? ¿Hacer dinero? ¿Construir su imperio? ¿Calentar su cama? O crecer y ayudar a las personas como parte del proceso. Hoy, aclare sus intenciones. Cuando su intención es clara, también lo serán sus resultados. Y usted saboreará el dulce sentimiento de haber cambiado la vida de alguien. Y le aseguro que cuando se presente al Tribunal de Cristo le estará esperando por lo menos… una corona. A menos que se esmere y logre más mientras viva en esta tierra. Bueno, ahora ya sabe para qué lo pusieron aquí y ahora.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.