Poner en Circulación

Durante el protectorado de O. Cromwell, al gobierno inglés le faltó plata para acuñar monedas. El «Lord Protector» envió a sus hombres para que investigaran los edificios de Londres, en especial la catedral. Éstos volvieron decepcionados y presentaron su informe: –La única plata que pudimos hallar es aquella con la que están hechas las estatuas de los santos. –Perfecto, repuso Cromwell. Fundamos a los santos y pongámoslos en circulación.

Este dicho histórico nos hace pensar en lo que debe ser el cristianismo auténtico. La Escritura llama santos a todos los que han puesto su confianza en Jesús y en su obra redentora. Todos los creyentes llevan este título y no deberían contentarse con pensar en ello sólo los domingos. El Señor reclama santos que circulen en la gran corriente de la humanidad, que es allí donde los creyentes conviven con los incrédulos. Él necesita a santos los lunes, los martes y el resto de la semana, santos en la universidad, en el negocio, en el taller, en el hogar lleno de niños o quizás en un lecho de hospital.

Pero no olvidemos que, generalmente, una moneda lleva la marca de quien la emitió. Aceptar ser «fundido» es la condición para ser puesto en circulación. Quizás en este procedimiento perdamos la hermosa imagen que deseamos dar de nosotros mismos, pero de este modo tendremos el privilegio de reflejar la de nuestro Señor.

Archivado bajo:Devocionales


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.