Pureza Sexual … ¿CON QUÉ ALIMENTO SACIARÁS TU HAMBRE?

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.  Lucas 6:20

Con su mensaje de esperanza, Cristo le habla al hombre hambriento que no sabe cómo calmar su hambre. Y sólo tenemos que dar un vistazo superficial alrededor del mundo para saber que vivimos tiempos de una hambruna extrema y mortal. Pero no sólo hablamos del hambre que se sacia llenando el estómago.  El hombre está hambriento de muchas cosas más.  Cosas elusivas como el amor, la paz, el respeto, la unidad…

En su desnutrición por estas cosas, su vista se ha nublado, haciendo la búsqueda más difícil; más desesperada.  Y cuando un hombre se encuentra desesperadamente hambriento, se alimentará de lo primero que encuentre, con tal de mantenerse vivo.  Esta es la historia del hombre que sufre la hambruna de la lujuria sexual.  Desnutridos y ciegos, buscamos en los placeres del mundo y de la carne cómo saciarnos con alimentos contaminados o descompuestos. No habrá basurero suficientemente inmundo, o alimento suficientemente putrefacto como para hacernos frenar…

¿Cuántos hombres conoceré que se expusieron al sexo desenfrenado en la calle, sin pensar en protecciones ni consecuencias? ¿Cuántos de estos hombres acabaron dictando una sentencia de muerte contra sus esposas y sus familias al quedar contaminados y contaminar su hogar con un SIDA?  La lista es interminable.  Porque a la hora de saciar un hambre de muerte, la lujuria sexual no te hablará de malas consecuencias o noticias que te puedan hacer frenar.  Alimentando a las pasiones de la carne, la lujuria sexual sólo te hablará del placer momentáneo y de cómo satisfacerlo.

Así, buscaremos el falso amor del pecado sexual para crearnos una paz ficticia y poco duradera. Por esto es que las palabras de Cristo desde el monte nos tocan en la fibra más cercana a nuestro hambriento corazón.

Así como hizo con los pobres, el Salvador del mundo nos dice que seremos saciados.  Para aquellos de nosotros que hemos sufrido la atadura a la lujuria sexual, estas palabras alumbran nuestra vida y guían nuestros pasos.  Porque hubo momentos que entre más caíamos en el pecado sexual, más insaciable e incontrolable se tornaba el hambre que nos atormentaba por dentro. Y en medio de nuestra angustia, sumidos en esta arena movediza que seguía hundiéndonos, nos preguntamos: ¿Cuándo se acabará esta pesadilla? ¿Cuándo la lujuria sexual quedará saciada y nos dejará tranquilos?

A medida que esta esclavitud progresó, nos dimos cuenta que la lujuria sexual nunca sería saciada, nunca diría “basta”, nunca nos dejaría tranquilos.  Entonces, nos dimos cuenta que más que un hambre de la carne, la atadura sexual habla sobre un hambre del corazón y una atadura del espíritu.

Y ante un hambre que no puede ser saciada con los placeres de este mundo, las palabras de Cristo llegan a nuestra vida como el pan que nos sacia eternamente.  Porque sus palabras entrañan una promesa extraordinaria: Si tienes hambre, estás en el lugar correcto y en el tiempo correcto. Si tienes hambre, eres privilegiado, porque estás aquí, al pie del monte, escuchando al Salvador del Mundo. Si tienes hambre, eres un elegido de Dios.  Porque Cristo vino a saciar tu hambre. Esa hambre que solo Cristo puede quitarnos con el pan espiritual que nunca se agota.

Así, Su promesa desde aquel monte se hizo verdad en nuestra vida.  Porque de hombres siempre hambrientos, Cristo nos transformó en hombres saciados con su Palabra.  Ya no tendríamos que recurrir a aquellas conductas y lugares donde el pecado sólo saciaba nuestra hambre temporeramente, para regresar con mayor fuerza.  Ahora, Cristo se nos ofrece a toda hora como el alimento más puro, que calma para siempre aquel hambre por el pecado que tanto nos agobió.

¿Estás batallando contra el hambre de la impureza sexual?  ¿Vives atacado por un hambre lujuriosa que no se sacia y que cada vez te hunde más en el foso del pecado?  Pues escucha las palabras de Cristo.  Porque El no desea que padezcas de hambre. El anhela saciarte y que nunca más tengas que mendigar por los graneros de la lujuria sexual para alimentarte.

Si Cristo te ha prometido saciarte, créele.  Y si le crees, no tendrás que nutrirte de esos alimentos putrefactos del mundo que nunca te saciaron.  ¡Podrás vivir alimentándote del Unico que puede calmar tu hambre para siempre!  Entonces, podrás ver cómo tu anemia espiritual se convierte en fortaleza divina.  Verás cómo los músculos atrofiados e inmóviles de tu espíritu comienzan a regenerarse y se transforman en músculos saludables, dispuestos a escalar, capaces de enfrentar y vencer la tentación.  Porque el alimento que Cristo te ofrece, no solo trae consigo la promesa de saciarte, sino que también promete hacerte saludable y erradicar la enfermedad de la impureza sexual de ti.

Camina alimentado de Cristo y tu vida cambiará. Entonces, unido al Salvador, sólo habrá un hambre que puede venir a inquietarte: El hambre que te pedirá más de Dios; más de su Palabra; más de sus promesas; más de su Reino.  Deja que esa sea el hambre que te inunde y tu vida cambiará.  Porque estar hambriento de Dios no te mata de desnutrición; estar hambriento de Dios te llevará a la eternidad.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.