Pureza Sexual … LOCO AMOR, ENTRE EL PESEBRE Y LA TUMBA

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

“Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que den mucho fruto, y así probarán que son mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo les he amado; permanezcan en mi amor.” Juan 15:7-9

Para el hombre atado a la lujuria sexual, permanecer haciendo algo y mantenerse enfocado es tremendo reto. Nuestra mente divaga con facilidad y muchas veces, sin quererlo, viajamos a otros mundos fantasiosos. En muchos de estos mundos, lo pecaminoso y lo sexual son los temas favoritos de nuestras historias.

Así, somos como veleros dominados por el vaivén de los vientos, vientos en nuestras mentes, que nos hacen cambiar con frecuencia de dirección. Y ante este zigzagueo mental, nos lamentamos sobre la falta de estabilidad en nuestra vida, tan llena de altas y bajas.

Pero hoy te reto a profundizar en las palabras de Jesús. Nuestro Señor nos pide que permanezcamos en El y que sus palabras permanezcan en nosotros. ¿Cómo podemos “permanecer” en El?  Permanecer en alguien significa mantener una buena y constante comunicación con esa persona.  “Permanecer” significa buscar detalles para que esa persona esté en nuestra mente y en nuestro corazón.

Ahora te pregunto: ¿Cómo está la calidad y frecuencia de tu conversar con Jesús?  ¿Qué detalles has tenido con Jesús para mantener la llama de tu amor y fidelidad por El viva?  Y muchos me cuestionarán: ¿cuál es la relación entre mi comunicación con Jesús y la lujuria sexual?  Pues mi contestación es que tiene muchísimo que ver. ¿Sabes por qué?

Porque si vives conectado a la Pureza, no hay forma que la impureza invada y controle tu vida. Es imposible. Porque aún si un grano de tierra cayera en tu vasija de agua pura, el fresco manantial de Dios que cae sobre ti, eliminaría la impureza inmediatamente.

¿Y que de la segunda parte en la invitación de Jesús?  El nos pide que Sus palabras permanezcan en nosotros. Entonces, no es sólo hablarle y pensar en El. También tenemos que alimentarnos de sus palabras. Porque cada palabra de Jesús es una semilla anhelante de caer en tu tierra para dar frutos abundantes.

Nútrete de El. Llénate de sus palabras; saboréalas; disfrútalas como el mejor manjar que jamás hayas probado.  Pero te hago una advertencia: Entre más alimentes tu espíritu con las palabras de Jesús, más hambriento estarás de El; más le necesitarás y más buscarás de su presencia.

Amado hombre y mujer que me lees, hoy te pido que cuando los vientos de la lujuria sexual vengan a desviar tu velero, te agarres al timón con todas las fuerzas de tu espíritu y digas: “Jesús, sólo tú puedes guiarme.  Me rindo a ti.  Toma control completo de mi vida.  Permanezco en ti.  Tus palabras y tu Amor permanecen en mí.”

Entonces, comienza a hablar con El.  Muchas veces yo le digo, “Jesús, te recuerdas cuando me dijiste…” Porque cada palabra que salió de su boca fue para ti, fue para mí.  Y entonces, permanece en Su amor.  Recuerda lo que El hizo por ti.  Recuerda que El se levantó de su trono y lo cambió por aquel pesebre de Belén. Renunció a sus vestiduras de Rey y las dejó por los pobres pañales de una humilde familia. Su majestuosidad de Varón Perfecto la entregó por aquel pequeño y frágil cuerpo de bebé.

Recuerda que Su amor por ti y por mí no fue limitado ni por la misma muerte, ni por la tumba que pretendió aprisionarlo.  Sí, en verdad que Su amor es locura para aquellos que no lo entienden, ni lo ven con el lente de la fe. Pero El sabe que Su invitación a nosotros tiene mucha razón de ser. Porque sin El, sólo somos veleros a la deriva.  Sin El, destruiremos nuestra barca y acabaremos encallados en el arrecife del pecado sexual.

Por eso, te pido que escuches a Jesús.  Permanece en El.  Permanece en Su Amor.  Permanece en Sus palabras. Porque sólo El podrá llevarte a puerto seguro y a la vida pura que te compró, cuando recorrió ese loco camino de Amor, entre el pesebre y la Cruz para culminar en la tumba que no pudo vencerlo.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

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