Pureza Sexual … ROMPE LAS CADENAS DEL ADULTERIO

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

“Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra.  Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra”. Juan 8:6-8 

¿Quién no conoce la historia de la mujer sorprendida en pleno acto de adulterio y llevada ante Jesús por la turba religiosa, a punto de ser apedreada según la Ley de Moisés?  Muchos de nosotros, sabemos, lo que se siente estar en esa misma posición.

Para muchos de los seres que sufren o han sufrido la atadura de la lujuria sexual, su falta de control, su ceguera espiritual, los llevó a la vergüenza pública, a la condena y a la pérdida de toda reputación y confianza.

Sí, muchos de nosotros hemos estado tirados en el suelo, expuesta la cruda desnudez de nuestros pecados, derrotados por nuestra propia impureza.  Allí, rodeados por una multitud que nos acusa y nos codena, sólo hemos esperado que el golpe de las piedras anestesie nuestro dolor y lo termine todo.

Como la mujer adúltera, hemos vivido un camino de muerte y nos hemos perdido en él, sin saber cómo salir.  Así, el peso de nuestros pecados es como un lastre que nos mantiene espiritualmente derrotados y postrados.

Llegamos a pensar que la restauración no tiene posibilidad en nuestra vida. Perdemos la capacidad de recibir un perdón que no creemos merecer.  Si has leído cuidadosamente, te darás cuenta que escribí en la oración anterior, que hemos perdido la capacidad de recibir el perdón de Dios.  Porque ese perdón siempre ha estado disponible, pero el enemigo nos ha cegado con la culpa, con la falsa religiosidad, para hacernos pensar que nunca podremos ser perdonados.  ¡Mentiras, mentiras y más mentiras!

Con trampas y trucos del enemigo, nos convertimos en esclavos de esa culpa y de un pasado que no podemos ya cambiar y que no podemos olvidar, por más que tratamos.  Pero hoy te pido que mires a tu Salvador frente a la mujer adúltera.  Mira a Jesús y no mires a nadie más.

Verás que ante los reclamos de muerte de los religiosos, El solo hizo tres cosas: Escribió en la tierra, abogó y perdonó.  Muchos se han preguntado, ¿qué habrá escrito Jesús en la tierra?  Muchos dicen que escribió los pecados de aquellos religiosos para avergonzarlos.  ¿Pero, es ése el corazón del Mesías que vino a morir por todos nosotros?

Un Dios que es todo perdón habría escrito en la tierra los pecados de todos los que estaban allí, incluyendo los religiosos, pero para perdonarlos.  Así, Jesús miró dentro del corazón atribulado de aquella mujer y, allí en la tierra, escribió sus pecados, al lado de los pecados de sus acusadores. ¿Será por eso que Jesús se inclinó dos veces para escribir con su dedo en la tierra?

Ante un mundo que juzga y condena a toda prisa, el Hijo de Dios usó su dedo para escribir en la tierra todos nuestros pecados, tal vez, todos los pecados de la humanidad.  ¿Es que puede haber un mejor sitio que en el polvo de la tierra para que nuestro Redentor los escriba?

¿Qué quiso decirnos Jesús con este gesto?  Pues que por Su entrega, nuestros pecados son fácilmente borrados; que no hay tinta indeleble o talla en la piedra que los guarde para siempre.  Solo un poco de viento, o una leve lluvia, borrarían lo que allí fue escrito.  Así hace Jesús con tus pecados y los míos.  Así hizo con aquella mujer e, incluso, con sus acusadores.

Entonces, ¿que vendrá después?  Pues vendrá la gran responsabilidad de ser portador y cuidador de ese maravilloso perdón que Cristo te ha extendido.  Un extraordinario caminar que durará toda una vida.

Camina tras Sus huellas y si así lo haces, el perdón y el amor de Dios serán tu mapa y tu brújula.  Así, nunca jamás caminarás los sinuosos laberintos de la lujuria sexual.  Así, una adúltera sorprendida en su pecado puede ser transformada en un faro luminoso para un mundo ciego en sus tinieblas.

¿Serás tú protagonista de esta historia?  Si lo eres, recuerda lo siguiente:  No importa cuán graves sean tus pecados, ellos están escritos en la tierra.  Y allí, desde el piso, sólo podrás mirar hacia arriba.  Alza la mirada.  Jesús te espera para decirte que El no te juzga y que tus pecados quedaron borrados por su mano y su perdón.  ¡Esa misma mano redentora y ese mismo perdón que ahora te levantan!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

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