SALMO 127. ÉL Y YO

Si el Señor no construye la casa,
en vano trabajan los albañiles;
si el Señor no cuida la ciudad,
en vano vigila la guardia.
Es inútil que os levantéis temprano,
y retraséis el descanso
los que coméis el pan de los ídolos,
el Dios fiel da el éxito a su amigo.

La lectura de este salmo y, especialmente, los versículos que he reproducido, me ha hecho pensar en cómo en los procesos hay una parte que le corresponde a Dios y otra que es mi responsabilidad.

De alguna manera es como si ambos trabajáramos en equipo haciendo y llevando a cabo partes diferentes del mismo proceso.

Me doy cuenta, pues, que los problemas acostumbran a surgir cuando yo quiero llevar a cabo la parte de Dios o espero, por el contrario, que Él lleve a cabo aquella que me corresponde a mí. Entonces, se producen las tensiones, las decepciones, las frustraciones y las expectativas no satisfechas.

Mientras lo leía lo aplicaba a aquellos amigos míos que deseo que conozcan a Dios y puedan ser seguidores de Jesús. Pensaba que mi responsabilidad es acompañarles en su proceso espiritual, estar presente, próximo y sirviéndoles. Sin embargo, nunca podré cambiar su corazón, no podré crear una necesidad de Dios en sus vidas, no estará en mi mano el que se vuelvan hacia Dios. Esa es, precisamente, su parte del proceso.

En definitiva, debo ser responsable y diligente con mi parte y descansar con la parte de Dios.

Un principio

Distinguir bien mi parte y la de Dios en los procesos.


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