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Marcos 4 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

Parábola del sembrador

1. Y de nuevo comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y fué allegada a él mucha gente, de suerte que entrando en una barca se sentó en el mar, y toda la muchedumbre estaba a la orilla del mar, en la tierra.

2. Y les enseñaba en parábolas muchas cosas, y les decía en su enseñanza:

3. Oíd: He aquí salió el que siembra a sembrar.

4. Y al sembrar aconteció que parte de la semilla cayó a lo largo del camino, y vinieron las aves y la comieron;

5. otra cayó sobre lo pedregoso, donde no tenía mucha tierra; y pronto brotó por no tener profundidad de tierra,

6. mas cuando salió el sol, fué quemada, y por no tener raíz fué secada;

7. otra cayó en las espinas, y subieron las espinas y la ahogaron, y no dio fruto;

8. y otra cayó en la buena tierra, y daba fruto que subía y crecía, y producía treinta y sesenta y ciento por uno.

9. Y decía: El que tiene oídos para oír oiga.

10. Cuando estuvo a solas, le preguntaban los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola,

11. y les decía: A vosotros es dado conocer el misterio del reino de Dios, mas a aquéllos que están fuera, es en parábolas que se hacen todas las cosas

12. para que mirando miren y no vean, y oyendo oigan, y no entiendan, no sea que se conviertan y les sea perdonado. (Is. 6:9, 10).

13. Y díceles: ¿No sabéis esta parábola? y ¿cómo entenderéis todas las parábolas?

14. El que siembra, siembra la palabra.

15. Los a lo largo del camino son aquellos en quienes es sembrada la palabra, y cuando la habrán oído, luego viene Satanás y se lleva la palabra que fué sembrada en sus corazones.

16. Y los sembrados sobre los pedregales son asimismo los que, cuando oyen la palabra, luego con gozo la reciben,

17. y no tienen raíz en sí mismos, mas no son perdurables; después, viniendo tribulación o persecución a causa de la palabra, se escandalizan.

18. Y los sembrados en las espinas son los que oyen la palabra,

19. y las congojas del siglo y el engaño de las riquezas y las codicias por lo demás, entrando, ahogan la palabra, y ella se hace infructuosa.

20. Y éstos son los que fueron sembrados en la buena tierra, aquellos que oyen la palabra y la reciben y llevan fruto a treinta, a sesenta y cierto por uno.

Nada oculto que no haya de ser manifestado

21. Y decíales: ¿Acaso se trae la lámpara para que se ponga bajo del almud o bajo la cama? ¿No es para que se ponga sobre el candelero?

22. Pues no hay cosa oculta que no sea manifestada, ni se hizo secreta, sino para que venga a luz.

23. El que tiene oídos para oír, oiga.

24. Y decíales: Atended lo que oís. Con el metro con que medís se os medirá, y se añadirá a vosotros que escucháis,

25. porque al que tiene le será dado, y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Parábola del crecimiento de la semilla

26. Decía también: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa la simiente en la tierra,

27. y duerme y se levanta noche y día, y la simiente brota y crece, como no lo sabe él,

28. porque de suyo la tierra produce fruto, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.

29. Cuando rindiere el fruto, en el acto se mete la hoz, porque es llegada la siega.

Parábola de la semilla de mostaza

30. Y decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios? o ¿con qué parábola lo representaremos?

31. Es como un grano de mostaza, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que todas las semillas que hay sobre la tierra,

32. v cuando fuere sembrado, sube y viene a ser mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de suerte que bajo su sombra las aves del cielo pueden cobijarse.

El uso que Jesús hace de las parábolas

33. Y con muchas tales parábolas les hablaba la Palabra, según podían oír

34. y sin parábolas no les hablaba, mas aparte a sus discípulos lo explicaba todo.

Jesús calma la tempestad

35. En aquel día, llegada la tarde, díceles: Pasemos a la otra banda.

36. Y dejando la muchedumbre, los discípulos le llevan como estaba en la barca: y había otras barcas con él.

37. Y vino una gran borrasca de viento, y las olas se echaban en la barca, de manera que ésta ya se henchía.

38. Y estaba él en la popa, durmiendo sobre el cabezal, y le despiertan y dícenle: Maestro, ¿no se te da cuidado de que perecemos?

39. Despertado, increpó al viento, y dijo al mar: ¡Calla! ¡Enmudece! Y se sosegó el viento, y se hizo grande bonanza.

40. Y díceles: ¿Por qué sois tan temerosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?

41. Y fueron sobrecogidos de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que el viento y el mar le obedecen? C