Versículos Bíblicos

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Jeremías 4 - Biblia de Jerusalén 1998

1. - ¡Si volvieras, Israel!, oráculo de Yahvé, ¡si a mí volvieras!, ¡si quitaras tus Monstruos abominables, y de mí no huyeras!

2. Si juras por vida de Yahvé con verdad, derecho y justicia, en él serán benditas las naciones, en él se glorificarán.

3. Porque así dice Yahvé a la gente de Judá y a Jerusalén: - Cultivad el barbecho y no sembréis sobre cardos.

4. Circuncidaos para Yahvé, extirpad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén; no sea que brote como fuego mi saña, y arda, y no haya quien la apague en vista de vuestras obras perversas.

Judá es amenazada de invasión

5. Avisad en Judá y óigase en Jerusalén. Haced sonar el cuerno por el país, pregonad a voz en grito: ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes!

6. Izad bandera: ¡A Sión! ¡A escape, no os detengáis! Porque traigo calamidad del norte, y derrota grande.

7. Se ha levantado el león de su cubil, y el devorador de naciones se ha puesto en marcha: salió de su lugar para dejar la tierra desolada. Tus ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes.

8. Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: - "¡No; no se va de nosotros la ardiente ira de Yahvé!"

9. Aquel día - oráculo de Yahvé - se desanimará el rey y la aristocracia, se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se espantarán.

10. Y yo digo: "¡Ay, Señor Yahvé! ¡Cómo embaucaste a este pueblo y a Jerusalén diciendo: "Paz tendréis", y ha penetrado la espada hasta el alma!"

11. En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento ardiente viene por el desierto, camino de la hija de mi pueblo, no para beldar, ni para limpiar.

12. Viento preñado de amenaza viene de mi parte: ahora es mi turno de réplica.

13. Ved cómo se levanta cual las nubes, como un huracán sus carros, y ligeros más que águilas sus corceles. ¡Ay de nosotros, estamos perdidos!

14. Limpia de malicia tu corazón, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo durarán en ti tus pensamientos torcidos?

15. Una voz avisa desde Dan y da la mala nueva desde la sierra de Efraín.

16. Pregonad: "¡Los gentiles! ¡Ya están aquí!"; hacedlo oír en Jerusalén. Los enemigos vienen de tierra lejana, dando voces contra las ciudades de Judá.

17. Como guardas de campo la tienen rodeada, porque contra mí se rebelaron - oráculo de Yahvé -.

18. Tu proceder y fechorías te acarrearon esto; esta tu desgracia te ha llegado al corazón, porque te rebelaste contra mí.

19. ¡Mis entrañas, mis entrañas!, ¡me duelen las paredes del corazón, se me salta el corazón del pecho! No callaré, porque escucho sones de cuerno, el clamoreo del combate.

20. Se anuncia quebranto sobre quebranto, porque es saqueada toda la tierra. En un punto son saqueadas mis tiendas, y en un cerrar de ojos mis toldos.

21. ¿Hasta cuándo veré enseñas y oiré sones de cuerno?

22. - Es porque mi pueblo es necio: A mí no me reconocen. Criaturas necias son, faltas están de talento. Sabios son para lo malo, y tontos para lo bueno.

23. Miré a la tierra, y era un caos; a los cielos, y faltaba su luz.

24. Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros trepidaban.

25. Miré, y no había un alma, todas las aves del cielo habían volado.

26. Miré, y el vergel era yermo, todas las ciudades estaban arrasadas delante de Yahvé y del ardor de su ira.

27. Porque así dice Yahvé: Desolación se volverá toda la tierra, aunque no acabaré con ella.

28. Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba; pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella.

29. Al ruido de jinetes y flecheros huía toda la ciudad. Se metían por los bosques y trepaban por las peñas. Toda ciudad fue abandonada, sin quedar en ellas habitantes.

30. Y tú, asolada, ¿qué vas a hacer? Aunque te vistas de grana, aunque te enjoyes con joyel de oro, aunque te pintes con polvos los ojos, en vano te hermoseas: te han rechazado tus amantes, ¡tu muerte es lo que buscan!

31. Y entonces oí una voz como de parturienta, gritos como de primeriza: era la voz de la hija de Sión, que gimiendo extendía sus palmas: "¡Ay, pobre de mí, desfallezco a manos de asesinos!"