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Daniel 9 - Biblia de nuestro Pueblo

Oración de Daniel por su pueblo

1. Tercera: Las setenta semanas Esd 9; Neh 9; Bar 1,15-3,38 El año primero de Darío, hijo de Jerjes, descendiente de los medos y rey de los caldeos,

2. el año primero de su reinado, yo, Daniel, leía atentamente en el libro de las profecías de Jeremías el número de años que Jerusalén había de quedar en ruinas:

3. eran setenta años. Después me dirigí al Señor, mi Dios implorándole con oraciones y súplicas, con ayuno, sayal y cubierto de ceniza.

4. Oré y me confesé al Señor, mi Dios: Señor, Dios grande y terrible, que mantienes la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos:

5. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos.

6. No hicimos caso a tus siervos los profetas que hablaban en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros antepasados y a todo nuestro pueblo.

7. Tú, Señor, eres justo; pero nosotros los judíos nos sentimos avergonzados: tanto los habitantes de Jerusalén, como los otros israelitas, tanto los cercanos como a los que están lejos en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti.

8. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y antepasados, porque hemos pecado contra ti.

9. Pero aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona.

10. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos los profetas.

11. Todo Israel quebrantó tu ley y no ha querido obedecerte; por eso nos han caído encima las maldiciones, consignadas con juramento en la ley de Moisés, el siervo de Dios; porque pecamos contra él.

12. Cumplió la palabra que pronunció contra nosotros y contra los jefes que nos gobernaban, enviándonos una calamidad -la que sucedió en Jerusalén-como no ha sucedido bajo el cielo.

13. Según está escrito en la ley de Moisés, nos sucedió esta desgracia completa; a pesar de todo esto, no aplacamos al Señor, nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestros crímenes y reconociendo tu verdad.

14. El Señor, nuestro Dios, vigiló para enviarnos esa desgracia: el Señor, nuestro Dios, nos trata justamente, porque no le obedecimos.

15. Pero ahora, Señor, Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu pueblo de Egipto, cobrándote fama que dura hasta hoy: hemos pecado y obrado mal.

16. Señor, a la medida de tu justicia, aparta la ira y la cólera de Jerusalén, tu ciudad y tu monte santo. Por nuestros pecados y los delitos de nuestros antepasados Jerusalén y todo tu pueblo son afrentados por los pueblos vecinos.

17. Ahora, pues, Dios nuestro, escucha la oración y las súplicas de tu siervo, mira benévolo a tu santuario destruido, ¡Señor mío, por tu honor!

18. Dios mío, inclina tu oído y escúchame; abre los ojos y mira nuestra desolación y la ciudad que lleva tu Nombre; porque, al presentar ante ti nuestra súplica, no confiamos en nuestros méritos, sino en tu gran misericordia.

19. Escucha, Señor; perdona, Señor; atiende, Señor; actúa sin tardanza, ¡Dios mío, por tu honor! Por tu ciudad y tu pueblo, que llevan tu Nombre.

Profecía de las setenta semanas

20. Aún estaba hablando y suplicando y confesando mi pecado y el de mi pueblo, Israel, y presentando mis súplicas al Señor, mi Dios, en favor de su monte santo;

21. aún estaba pronunciando mi súplica, cuando aquel Gabriel que había visto en la visión llegó volando hasta mí, a la hora de la ofrenda de la tarde.

22. Al llegar, me habló así:

23. -Daniel, yo he salido para abrirte la inteligencia. Al principio de tus súplicas se pronunció una sentencia, y yo he venido para comunicártela, porque eres un predilecto. ¡Entiende la palabra, comprende la visión!:

24. Setenta semanas están decretadas para tu pueblo y tu Ciudad Santa: para cerrar el delito, poner fin al pecado y expiar el crimen, para traer una justicia eterna, para que se cumplan visiones y profecías y consagrar el lugar santísimo.

25. Has de saberlo y comprenderlo: desde que se decretó la vuelta y la reconstrucción de Jerusalén hasta un príncipe ungido pasarán siete semanas; después durante sesenta y dos semanas será reconstruida con calles y fosos, pero en tiempos difíciles.

26. Pasadas las sesenta y dos semanas matarán al ungido inocente; vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el templo. El final será un cataclismo, y hasta el fin están decretadas guerra y destrucción.

27. Firmará una alianza con muchos durante una semana, durante media semana hará cesar ofrendas y sacrificios y pondrá sobre el altar el ídolo abominable hasta que el fin decretado le llegue al destructor.