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1 Corintios 15 - Biblia Castilian 2003

La resurrección de los muertos

1. Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que recibisteis, en el cual os mantenéis firmes

2. y por el cual encontráis salvación, si es que conserváis la palabra que os anuncié; de lo contrario, de nada os sirvió haber cre do.

3. Porque os transmit, en primer lugar, lo que a mi vez recib: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras;

4. que fue sepultado y que al tercer d a fue resucitado según las Escrituras;

5. que se apareció a Cefas y después a los Doce;

6. más tarde se apareció a más de quinientos hermanos juntos, de los cuales la mayor parte viven todav a, aunque algunos han muerto.

7. Después se apareció a Santiago; más tarde a todos los apóstoles.

8. Al último de todos, como a un aborto, se me apareció también a m;

9. pues yo soy el menor de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque persegu a la Iglesia de Dios.

10. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en m; al contrario, he trabajado más que todos ellos, no precisamente yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.

11. En conclusión, eso es lo que proclamamos, tanto ellos como yo, y eso es lo habéis cre do.

12. Pues bien, si se proclama que Cristo ha sido resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de vosotros dicen que no hay resurrección de muertos?

13. Porque, si no hay resurrección de muertos, ni siquiera Cristo ha sido resucitado.

14. Y si Cristo no ha sido resucitado, vac a por tanto, es [también] nuestra proclamación; vac a también vuestra fe;

15. y resulta que hasta somos falsos testigos de Dios, porque hemos dado testimonio en contra de Dios, afirmando que él resucitó a Cristo, al que no resucitó, si es verdad que los muertos no resucitan.

16. Porque si los muertos no resucitan, ni Cristo ha sido resucitado.

17. Y si Cristo no ha sido resucitado, vana es vuestra fe; aún estáis en vuestros pecados.

18. En este caso, también los que durmieron en Cristo están perdidos.

19. Si nuestra esperanza en Cristo sólo es para esta vida, somos los más desgraciados de todos los hombres.

20. Pero no. Cristo ha sido resucitado de entre los muertos, primicias de los que han muerto.

21. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre ha venido la resurrección de los muertos:

22. pues as como en Adán todos mueren, as también en Cristo serán todos vueltos a la vida.

23. Cada uno en el orden que le corresponde: las primicias, Cristo; después, los de Cristo en su parus a.

24. Después, será el final: cuando entregue el reino a Dios Padre, y destruya todo principado y toda potestad y poder.

25. Porque él tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos a sus pies.

26. La muerte será el último enemigo destruido.

27. En efecto: Todas las cosas las sometió bajo sus pies. Pero al decir que todas las cosas están sometidas, está claro que será con excepción del que se las sometió todas.

28. Y cuando se le hayan sometido todas las cosas, entonces [también] el mismo Hijo se someterá al que se lo sometió todo, para que Dios sea todo en todos.

29. Además, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos? Si los muertos no son resucitados en absoluto, ¿por qué siguen bautizándose por ellos?

30. Y nosotros mismos, ¿por qué nos estamos arriesgando a cada momento?

31. Tan cierto como que sois mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro Se or, os aseguro, hermanos, que cada d a me estoy muriendo.

32. Si sólo por motivos humanos luché en Éfeso con fieras, ¿de qué me servir a? Si los muertos no son resucitados, ¡A comer y beber, que ma ana moriremos!

33. No os dejéis enga ar: "Las malas compa as corrompen las buenas costumbres".

34. Despertad de esa modorra, como es justo, y no sigáis pecando; pues ignorancia de Dios es lo que algunos tienen. Para vergüenza vuestra lo digo.

35. Pero dirá alguno: ¿cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?

36. ¡Necio! Lo que siembras no vuelve a la vida si no muere.

37. Y al sembrar, no siembras el cuerpo que luego ha de ser, sino un simple grano, por ejemplo, de trigo o de cualquier otra cosa;

38. y Dios le da un cuerpo según quiere: a cada semilla su cuerpo correspondiente.

39. No toda carne es la misma carne: una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la delos peces.

40. Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres y uno es el esplendor de los celestes y otro el de los terrestres.

41. Uno es el esplendor del sol; otro el de la luna y otro el de las estrellas; y, dentro de las estrellas, cada una tiene su propio esplendor.

42. As también será la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita en incorrupción;

43. se siembra vileza, resucita en gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza;

44. se siembra cuerpo puramente humano, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo puramente humano, hay también cuerpo espiritual.

45. As está escrito: El primer hombre, Adán, fue ser viviente; el último Adán, esp ritu vivificante.

46. Sin embargo, lo primero no fue lo espiritual, sino lo puramente humano; después lo espiritual.

47. El primer hombre, hecho de la tierra, fue terreno; el segundo hombre procede del cielo.

48. Cual fue el hombre terreno, as son también los hombres terrenos; y cual es el celestial, as también serán los celestiales.

49. Del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celestial.

50. Pero os digo esto, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

51. Mirad: os voy a decir un misterio: no todos moriremos, pero todos seremos transformados,

52. en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al sonido de la última trompeta; porque ésta sonará, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados.

53. Este ser corruptible tiene que ser vestido de incorruptibilidad; y este ser mortal tiene que ser vestido de inmortalidad.

54. Cuando este ser corruptible sea vestido de incorruptibilidad y este ser mortal sea vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: La victoria se tragó a la muerte.

55. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh muerte, tu aguijón?

56. El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley.

57. Pero ¡gracias a Dios que nos da la victoria por nuestro Se or Jesucristo!

58. De manera que, amados hermanos m os, manteneos firmes, inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Se or y sabiendo que vuestro trabajo en el Se or no cae en el vac o.