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1 Reyes 8 - Biblia Castilian 2003

Salomón traslada el arca al templo

1. Entonces Salomón congregó ante s en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los jefes de las familias israelitas, para hacer subir el arca de la alianza de Yahveh desde la Ciudad de David, que es Sión.

2. Congregáronse, pues, en torno al rey Salomón todos los israelitas en el mes de etanim, que es el mes séptimo, para la festividad.

3. Llegados todos los ancianos de Israel, tomaron los sacerdotes el arca

4. y subieron el arca de Yahveh juntamente con la tienda del encuentro y todos los objetos sagrados que hab a en ella. Los subieron los sacerdotes levitas.

5. El rey Salomón, acompa ado de toda la asamblea de Israel que hab a acudido junto a él delante del arca, sacrificaban ganado menor y mayor en tal cantidad que no se pod an contar ni calcular.

6. Los sacerdotes pusieron el arca de la alianza de Yahveh en su lugar, en el debir del templo, en el lugar sant simo, bajo las alas de los querubines;

7. pues los querubines ten an las alas extendidas sobre el lugar del arca, de suerte que cubr an por encima el arca y sus varales.

8. Los varales eran tan largos que sus extremos se ve an desde el punto del lugar santo que está delante del debir, pero no desde más lejos. All han quedado hasta el d a de hoy.

9. En el arca no hab a más que las dos tablas de piedra que en ella depositó Moisés en Horeb, después que Yahveh pactó alianza con los israelitas cuando éstos salieron de la tierra de Egipto.

10. Mientras sal an los sacerdotes del lugar santo, la nube llenó el templo de Yahveh,

11. de manera que los sacerdotes no pudieron quedarse all para su ministerio a causa de la nube, pues la gloria de Yahveh hab a llenado el templo de Yahveh.

Dedicación del templo

12. Entonces exclamó Salomón: "Yahveh ha declarado que habitar a en densa nube.

13. Yo te he construido una casa para morada tuya, un lugar donde habites para siempre".

14. Después el rey se volvió para bendecir a toda la asamblea de Israel, que estaba de pie,

15. y exclamó: "¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, que ha dado cumplimiento con sus manos a lo que prometió con su boca a mi padre David, cuando le dijo:

16. "Desde el d a en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no eleg ciudad alguna entre todas las tribus de Israel para que se me edificara un templo donde estuviera mi nombre, sino que eleg a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel!".

17. Tuvo intención David, mi padre, de edificar un templo al nombre de Yahveh, Dios de Israel.

18. Pero Yahveh dijo a David, mi padre: "Has tenido intención de construir un templo a mi nombre, y has hecho bien en tener esa intención.

19. Pero no has de ser tú quien construya ese templo, sino que un hijo tuyo, salido de tus entra as, será quien construya el templo a mi nombre".

20. Yahveh ha mantenido la palabra que dio, pues yo he sucedido a mi padre David, me he sentado en el trono de Israel, como hab a prometido Yahveh, y he edificado un templo al nombre de Yahveh, Dios de Israel.

21. En él he se alado un lugar para el arca en la que está la alianza que Yahveh pactó con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto".

22. Luego Salomón se puso ante el altar de Yahveh, en presencia de toda la asamblea de Israel, y levantando sus manos extendidas al cielo,

23. exclamó: "¡Yahveh, Dios de Israel! No hay Dios semejante a ti, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra. Tú, que guardas la alianza y la benignidad para con aquellos siervos tuyos que de todo corazón andan en tu presencia;

24. tú, que has mantenido la promesa que hiciste a tu siervo David, mi padre, tú has cumplido hoy con tus manos lo que prometiste con tu boca.

25. Ahora, pues, oh Yahveh, Dios de Israel, mantén igualmente lo que prometiste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: "Nunca faltará de mi presencia un descendiente tuyo que se siente en el trono de Israel, con tal de que tus hijos sigan su debido camino y anden delante de m, tal y como has andado tú".

26. Ahora, pues, oh Dios de Israel, conf rmense las promesas que hiciste a tu siervo David, mi padre.

27. Pero ¿es verdad que Dios habitará en la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no tienen capacidad para contenerte ¡cuánto menos este templo que te he construido!

28. Con todo, Yahveh, mi Dios, vuelve tu rostro a la plegaria y a la súplica de tu siervo y escucha el clamor y la oración suplicante que tu siervo hace hoy en tu presencia:

29. que tus ojos permanezcan abiertos d a y noche sobre este templo, sobre este lugar del que dijiste: "All estará mi nombre", y atiende la plegaria que tu siervo te dirige en este lugar.

30. Escucha, pues, la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha desde el lugar de tu morada, en el cielo. Escucha y perdona.

31. Si alguno peca contra su prójimo, y se le obliga a prestar juramento imprecatorio y él viene a prestarlo ante tu altar de este templo,

32. escucha tú desde el cielo y actúa; haz justicia con tus siervos, condenando al que es culpable, de suerte que su mala conducta recaiga sobre su cabeza, y justificando al que es inocente y retribuyéndole conforme a su justicia.

33. Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por su enemigo por haber pecado contra ti, si luego se convierten a ti y, alabando tu nombre, suplican e imploran tu gracia en este templo,

34. escucha tú desde el cielo, perdona el pecado de tu pueblo Israel y devuélvelos a la tierra que diste a sus padres.

35. Cuando el cielo se cierre y no deje caer lluvia porque ellos pecaron contra ti, si ellos te imploran en este lugar y alaban tu nombre y se arrepienten de sus pecados porque tú les has afligido,

36. escúchalos desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, muéstrales el camino recto por donde deben ir, y env a la lluvia sobre esta tierra tuya, la que diste a tu pueblo por heredad.

37. Cuando haya hambre en el pa s, cuando haya peste, tizón, a ublo, langosta o pulgón; cuando el enemigo los asedie en alguna de sus ciudades, y en todo género de plagas y de enfermedades,

38. toda plegaria y toda súplica que te dirija cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando conozcan el dolor en su corazón y extiendan sus manos hacia este templo,

39. escucha desde el cielo, lugar de tu morada, y perdona y actúa y da a cada uno según su conducta, tu que conoces su corazón, porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres,

40. para que te teman todos los d as que vivan sobre la haz de la tierra que tú diste a nuestros padres.

41. Y aun al extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, si viniere de tierras lejanas por amor de tu nombre,

42. pues oirán hablar de tu gran nombre, de tu fuerte mano y tu brazo extendido, cuando venga a orar a este templo,

43. escúchalo tú desde el cielo, lugar de tu morada, y haz todo cuanto ese extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, lo mismo que te teme tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este templo que acabo de edificar.

44. Cuando tu pueblo salga a combate contra su enemigo por el camino que tú le se alares, y dirijan a Yahveh sus plegarias vueltos hacia la ciudad que tú elegiste y hacia el templo que he construido para tu nombre,

45. escucha desde el cielo su oración y su súplica y hazles justicia.

46. Cuando pequen contra ti - pues no hay hombre que no peque -, y tú te irrites contra ellos y los entregues al enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana,

47. si ellos luego se arrepienten en su corazón en la tierra de su cautiverio y se convierten y te suplican en el pa s de quienes les llevaron cautivos y dicen: "Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables",

48. si en el pa s de los enemigos que los llevaron cautivos se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma y te dirigen sus plegarias vueltos hacia la tierra que diste a sus padres y hacia la ciudad que elegiste y hacia el templo que acabo de edificar a tu nombre,

49. escucha su oración y su plegaria desde el cielo, lugar de tu morada, y hazles justicia,

50. perdona a tu pueblo, que pecó contra ti, todas las prevaricaciones que contra ti cometieron, y haz que tengan con ellos misericordia y se compadezcan de ellos los que los llevaron cautivos,

51. porque son tu pueblo y tu heredad, la que tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.

52. Estén, pues, abiertos tus ojos a las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel, para escucharlos siempre que te invoquen,

53. ya que tú los separaste como heredad tuya de entre todos los pueblos de la tierra, conforme declaraste por medio de tu siervo Moisés, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, ¡oh Se or Yahveh!".

54. Cuando Salomón terminó de dirigir a Yahveh esta plegaria y esta súplica, se levantó de delante del altar de Yahveh, donde hab a estado arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo,

55. y puesto de pie bendijo a toda la asamblea de Israel en alta voz, diciendo:

56. "¡Bendito sea Yahveh, que ha concedido tranquilidad a su pueblo Israel, conforme a todo lo que hab a prometido, sin que fallara ninguna de las promesas de bienandanza que anunció por medio de su siervo Moisés!

57. Que Yahveh, nuestro Dios, sea con nosotros como lo fue con nuestros padres, y no nos rechace ni nos abandone,

58. sino que incline hacia él nuestros corazones, para que andemos por todos sus caminos y guardemos todos los mandatos, leyes y preceptos que él prescribió a nuestros padres.

59. Que estas mis palabras suplicantes que acabo de proferir en presencia de Yahveh, estén d a y noche cerca de Yahveh, nuestro Dios, para que él defienda la causa de su siervo y la de su pueblo Israel, según la necesidad de cada d a,

60. y as sepan todos los pueblos de la tierra que Yahveh es Dios y que no hay otro.

61. Sea, pues, vuestro corazón todo entero para Yahveh, nuestro Dios, caminando según sus preceptos y guardando sus mandamientos, como lo es en el d a de hoy".

62. Entonces el rey, acompa ado de todo Israel, ofreció sacrificios ante Yahveh.

63. Ofreció Salomón, como sacrificios de comunión en honor de Yahveh, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. De este modo, el rey y todos los israelitas inauguraron el templo de Yahveh.

64. Aquel d a consagró el rey la parte central del atrio situado delante del templo de Yahveh, pues all ofreció los holocaustos y las oblaciones juntamente con las grasas de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que estaba delante de Yahveh resultaba demasiado peque o para contener los holocaustos, las oblaciones y las grasas de los sacrificios de comunión.

65. En aquella ocasión, Salomón, acompa ado de todo Israel, reunido en magna asamblea de un gent o inmenso que ven a desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto, celebró la fiesta ante Yahveh nuestro Dios durante siete d as.

66. Al octavo d a despidió al pueblo, y ellos, bendiciendo al rey, se fueron a sus tiendas contentos y con el corazón alegre por todos los beneficios que Yahveh hab a otorgado a su siervo David y a su pueblo Israel.