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Isaías 64 - Reina Valera 1865

1. ¡O SI rompieses los cielos, y descendieses, y a tu presencia se oscurriesen los montes,

2. Como fuego, que abrasando derrite, fuego que hace hervir el agua, para que hicieses notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!

3. Como descendiste, cuando hiciste terribilidades, cuales nunca esperamos, que los montes se oscurrieron delante de tí.

4. Ni nunca oyeron, ni oidos percibieron, ni ojo vió Dios fuera de tí, que hiciese otro tanto por el que en él espera.

5. Saliste al encuento al que con alegría obró justicia: en tus caminos se acordaban de tí: he aquí, tú te enojaste porque pecamos: ellos serán eternos, y nosotros seremos salvos.

6. Que todos nosotros éramos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caimos como la hoja del árbol, todos nosotros, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

7. Y nadie hay que invoque tu nombre, ni que se despierte para tenerte: por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

8. Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre: nosotros lodo, y tú el que nos obraste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.

9. No te aires, o! Jehová, sobre manera, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad: he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.

10. Tus santas ciudades son desiertas: Sión desierto es, y Jerusalem soledad.

11. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fué quemada de fuego, y todas nuestras cosas preciosas fueron destruidas.

12. ¿Detenerte has, o! Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y afligirnos has sobre manera?